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“Lo que llevo por dentro”: la historia de José y su partida de Venezuela

José salió de Venezuela y consiguió refugio en México. Sin embargo, aquí las cosas tampoco han sido fáciles. | Foto: Cortesía de Alejandro Saldívar, fotorreportero de Proceso.
Desde hace años, Venezuela está atravesando una crisis social y económica que ha provocado la salida de miles de personas del país. Esta es la primera parte de la historia de uno de esos migrantes, quien, además, tienen que atravesar por fuertes procesos afectivos, psicológicos y personales.

Venezuela, 6 de enero de 2021 – En una maleta cabe un poco de ropa y mucha ilusión, pero también algo de nostalgia y tristeza. Eso fue lo que José se llevó consigo cuando decidió partir de su hogar. Acompañado de su hijo, y con la fe intacta, recorrió 20 kilómetros en autopista desde Maiquetía, su lugar de residencia, hasta Caracas, capital del epicentro de la revolución bolivariana: Venezuela. Ahí tomaría el vuelo que viraría su vida.

“Hubo mucha dificultad para llegar al aeropuerto. Yo pensé que no llegaría y que no podría viajar. Estuve casi 40 horas sin dormir”, declara José con el particular acento que tienen los caraqueños, pero entonado por un claro sentimiento de nostalgia.

Pero, ¿a qué dificultades se refiere José?

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Venezuela: una crisis pasada y presente

Un día antes, el 5 de enero, en Caracas, tomaba posesión en el parlamento la Nueva Asamblea Nacional. Con ello, la oposición que en ese momento era encabezada por Juan Guaidó veía perdido el último bastión de poder. Esto dio pauta a que el Chavismo, al mando del presidente Nicolás Maduro, tomara la rienda de Venezuela.

Este golpe a la oposición velaba por una mayor libertad económica. Sin embargo, significó que el gobierno de Nicolás Maduro siguiera con sus programas de ayuda social que por mucho tiempo habían dejado en pobreza a muchas personas.

Según datos proporcionados por el presidente Nicolás Maduro en su mensaje anual el día 12 de enero del presente año, los venezolanos tenían un 98.6% menos de ingresos que en 2013. Ese año, Maduro se colgó la banda presidencial de Venezuela.

En 2021, el PIB per cápita del pueblo venezolano es de mil 552 dólares, que equivaldrían a 31 mil 102 pesos mexicanos. En contraste, hasta el 2019, el PIB per cápita mexicano era de nueve mil 946 dólares, equivalentes a 199 mil 317 pesos, hasta el 2019.

Esto se sumó a la crisis petrolera en donde se perdieron, entre 2015 y 2019, 102 mil 500 millones de dólares (según cifras oficiales de Venezuela). También a la alza exponencial de precios en productos en un corto tiempo llamada inflación galopante.

Todo esto produjo manifestaciones civiles masivas, mismas que Maduro evitó el día de la toma de la Nueva Asamblea Nacional.

El inicio del viaje de José

Desde ese día, el presidente Maduro giró una orden presidencial para no dejar pasar a nadie a la capital de Venezuela por miedo de algún desorden público (disfrazado con la palabra “precaución”). José cayó en aquella orden presidencial.

“Me pararon en una cabal y me dijeron que no me iban a dejar pasar, porque había orden presidencial de no dejar pasar a nadie llegando a Caracas”.

José se encontraba tenso y estresado. Sin embargo, su hijo actuó de inmediato y entabló diálogo con uno de sus amigos, quien era funcionario del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC).

El funcionario les hizo esperar una hora; el tiempo se le agotaba a José y él lo sabía. Transcurrieron los segundos con una lentitud inusual. Luego de 60 minutos, el agente los dejó seguir con su camino. El acelerador del automóvil estaba cerca de romperse por la presión que se le ejercía con el afán de avanzar un poco más rápido, pues en ese momento el tiempo corría en contra.

Unos minutos después, José llegó al aeropuerto. Buscó la sala de abordaje y agradeció a su Dios, pues llegó “en el preciso momento en el que estaban abordando el avión”.

José lo había logrado. A 3 mil 799 kilómetros hacia el norte se encontraba su destino, el que más adelante se convertiría en su refugio, literalmente: la Ciudad de México (CDMX).

“Yo llevaba solamente una maleta y así llegué a México, con una maleta. Solo, sin su hijo, con muchos problemas, pero con una actitud resiliente. En ese momento, a la edad de 67 años, José se convirtió en un migrante”.

Al andar, los kilómetros se vuelven más largos. | Foto: Cortesía de Alejandro Saldívar, fotorreportero de Proceso.
Al andar, los kilómetros se vuelven más largos. | Foto: Cortesía de Alejandro Saldívar, fotorreportero de Proceso.

Bienvenido a México

De acuerdo con la Organización de la Naciones Unidas (ONU), hasta el 2020, 5.4 millones de venezolanos habían migrado de su país derivado de la crisis económica, política y de salud que vivían en su tierra. Esos cinco millones de venezolanos se distribuyeron en 17 países de la región latinoamericana. México está en la lista.

El Censo de Población y Vivienda 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) registró un total de 414 mil 986 personas nacidas en otro país habitando México. De ellas, 52 mil 984 eran venezolanas. La Unidad de Política Migratoria (UPM) reconoció a 12 mil 616 residentes permanentes que buscaban refugio; José fue uno de ellos.

Finalmente, luego de atravesar el ecuador, y viajar a través de los paralelos, México le dio la bienvenida a José como residente permanente. Esto lo llenó de felicidad y representó un respiro momentáneo para un problema que él llevaba por dentro y que lo consumía lentamente todos los días: la depresión.

*

Esta es la primera parte de una historia de cinco entregas sobre la historia de José. Al igual que otros millones de venezolanos, él tuvo que abandonar su tierra por la crisis social y económica que el país atraviesa desde hace algunos años. El proceso personal de José (y de miles de migrantes más) está atravesado por la depresión, la discriminación laboral pero también la esperanza. Consulta las otras entregas de este reportaje:

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