El duelo en el migrante es muy particular, pues no sólo se enfrenta a la pérdida de su tierra. En muchas ocasiones las personas en situación de movilidad pierden su empleo, su cultura y a su familia. Y cuando este duelo trasciende puede desembocar en el Síndrome de Ulises, el cual, a su vez, pone a las personas en riesgo de padecer depresión.
Este síndrome se define como un cuadro de estrés extremo derivado de la pérdida, en suma, con diferentes estresores. En 2002, el psiquiatra español Joseba Achotegui describió y divulgó las primeras investigaciones sobre el Síndrome de Ulises.
En exclusiva para este reportaje, el psiquiatra explicó que existen siete estresores que detonan el síndrome, los cuales son: “la familia y los seres queridos, la lengua, la cultura, la tierra, el estatus social, el contacto con el grupo de pertenencia y los riesgos físicos”.
No obstante, para Joseba sobresalen tres: “la soledad, el miedo y la indefensión”. Joseba defiende que el síndrome de Ulises no tiende a desembocar en la depresión y que son muy pocos los casos en los que se ha visto esto.
Sin embargo, cuando se complica aun más, el síndrome puede dar pauta a este padecimiento, puesto que el estrés es uno de los factores que detonan esta condición según el argumento de Omar Martínez, psicólogo de Sin Fronteras.
Fe y resiliencia: dos fuertes mecanismos para combatir la depresión
Al salir de Venezuela, José perdió todo menos la fe. “Me he sentido triste y nostálgico porque… allá en Venezuela dejé a mi hijo… y es bastante difícil para mí. Eso me tiene bastante estresado y deprimido. Por eso he tratado de hablar con Omar y que me ayude a seguir adelante”, confesó con el sentimiento quemando por dentro y las lágrimas acariciando sus pómulos.
Por eso es que para José es vital encontrar empleo. Anhela recuperar algo de lo perdido; cuenta los días para reencontrarse con su hijo. “Lo único que me preocupa es mi hijo, porque sigue allá y quisiera sacarlo, pero para eso tengo que conseguir plata; trabajar, pues”.
A pesar de tomar fuerza en años recientes, el tema de la salud mental se sigue viendo como un tema tabú. Para Omar Martínez “hay límites que también como personas nos ponemos por el peso sociocultural que hay entorno a salud mental”.
Para poder controlar padecimientos como la depresión se tienen que romper esos tabús y, sobre todo, tener un acercamiento con el área profesional encargada de resguardar la salud mental: la psicología.
Las personas en situación de movilidad pueden encontrar una manera de hacerle frente a la depresión dentro de su andar por las ciudades. Para Omar, el primer paso para poder superar este padecimiento es “darle un nombre a eso que le está sucediendo, y que caiga en cuenta de que eso que le está pasando se llama depresión”.
Por eso es importante que las personas en situación de movilidad busquen ayuda en organizaciones como Sin Fronteras. José buscó ayuda profesional y la encontró.
Vínculos sociales: esenciales para la integración de los migrantes
José no solo encontró un psicólogo que le hiciera de su conocimiento lo que él llevaba por dentro: también descubrió una mano amiga con la que forjó un vínculo. “Vi la oportunidad de ver a un psicólogo y bueno, a él le he planteado toda mi situación y todo lo que me ha pasado”, declara.
Para las personas en situación de movilidad es clave formar vínculos:
“Algo que también está muy de por medio es esta experiencia de persecución, de amenazas, de violencia. Hay un retraimiento de las personas que más bien están desconfiando de todo a su alrededor; entonces, algo que también necesitan hacer es volverse a permitir tener acercamientos y generar nuevos vínculos positivos y favorables”, detalla Martínez.
“Y ahí también es clave el papel que juega el relacionarse con otros para ir sobrellevando y poder superar estados depresivos. Además de las actividades que como personas nos hacen poseer salud mental (como trabajar), necesitamos tener momentos de recreación y descanso”, finaliza Omar Martínez.
Sin embargo, hay una cualidad determinante en el combate contra la depresión. José se muestra como una persona de fe, siempre con la mente positiva: “Seguir batallando y seguir adelante”. Todas esas actitudes son sinónimos de la resiliencia.
Sin la resiliencia, sin la fe, sin la mente positiva, posiblemente José no habría salido adelante.
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Esta es la segunda parte de una historia de cinco entregas sobre la historia de José. Al igual que otros millones de venezolanos, él tuvo que abandonar su tierra por la crisis social y económica que el país atraviesa desde hace algunos años. El proceso personal de José (y de miles de migrantes más) está atravesado por la depresión, la discriminación laboral pero también la esperanza. Consulta las otras entregas de este reportaje: