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Dejar Venezuela y refugiarse en México, un proceso complicado pero esperanzador para José

Miles de migrantes originarios de Venezuela han dejado su país en las últimas décadas. Algunos de ellos consiguen refugio en otros países y pueden acceder a mejores condiciones de vida. | Foto: Reuters / Voz de América.
La situación social y económica en México es complicada. Aun así, José sabe que tiene mejores oportunidades que en Venezuela en algunos aspectos. Esta es la última de cinco entregas sobre su historia.

He tenido la suerte de llegar a este país, México, en donde se me han brindado bastantes oportunidades de salir adelante y el cambio es de la tierra al cielo, como diría yo”, confesó José con una gratitud audible que convive por su añoranza hacia Venezuela.

A pesar de vivir con depresión y de sentir la urgencia por encontrar empleo, ser autosustentable y reunirse con su hijo, José se siente afortunado.

“No me hace falta comida porque mi hermana es incapaz de negarme un plato”. En la Ciudad de México no ha pasado hambre, al contrario: “creo que me he recuperado físicamente desde el punto de vista del peso, porque creo que he aumentado de peso aquí”, comentó José con el agradecimiento como bandera.

En México lo han recibido como en casa; José es uno más en esta tierra. Y como ciudadano, también ha adquirido los derechos a la salud y, desde luego, a la vacuna contra la Covid-19. “Al mes y medio me inscribió mi sobrina para la vacuna y me llamaron, y por suerte ya tengo las dos dosis que las pude obtener aquí en México”.

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A pesar de todo, las circunstancias en México son más alentadoras que en Venezuela

“Si estuviera en Venezuela no sé cuándo me hubiesen vacunado”, piensa José. El país petrolero inició su plan de vacunación el pasado 18 de febrero; sin embargo, este proceso ha sido irregular.

El 29 de mayo, el ministro del Poder Popular para la Salud, Carlos Alvarado, dio por iniciada en Venezuela la segunda fase de vacunación masiva.

En ella se distribuyeron un millón 300 mil dosis a nivel nacional para una población de alrededor de 28.52 millones de personas, de acuerdo con las cifras del Banco Mundial. No obstante, hasta el 19 de mayo, el conteo del diario colombiano La República registró únicamente la aplicación de 310 mil 773 dosis.

Por eso es que José se muestra tan agradecido y, sobre todo, tan entusiasmado. A pesar de seguir sin encontrar empleo, dice: “en cualquier momento puedo conseguir algo. Nunca pierdo la fe en que pueda conseguir algo”, declara con ilusión, reluciendo la resiliencia que lo caracteriza.

Continuar a pesar de la incertidumbre

“El servicio médico no lo he necesitado aún porque en verdad no he padecido de enfermedad gracias a Dios, y bueno, espero seguir así”, presume mientras recuerda la única vez que tuvo que ir a un doctor “de esos de farmacia” cuando sintió picazón en todo el cuerpo.

“No sé si fue el cambio de agua o algo así. Aquí es más limpia, allá en Venezuela es un barro”, bromea José entre risas inocentes. Actualmente se siente bien a pesar de todo lo que lleva por dentro y de las trabas que ha encontrado en su andar.

Ha encontrado refugio, contención e inclusión, la cual le brinda ilusión. Él sigue resiliente, recordando las arenas de Maiquetía, el calor de Caracas y los brazos de su hijo, anhelando un pronto reencuentro, imaginando que lo tiene cerca, tan cerca que puede sentir su abrazo.

Mientras, en Venezuela, la inseguridad crece, los precios crecen. El virus avanza, dejando hasta el momento 282 mil 883 casos y 2 mil 845 personas fallecidas según datos oficiales. Y el poder adquisitivo baja, teniendo un salario mínimo mensual de 10 millones de bolívares, que serían equivalentes a 70 pesos mexicanos.

Todo eso es lo que José lleva por dentro.

Las personas en situación de movilidad suelen dejar huellas al andar. Muchas de estas personas buscan salir de Venezuela mientras la crisis social se agudiza. Foto: Cortesía de Alejandro Saldívar, fotorreportero de Proceso.
Las personas en situación de movilidad suelen dejar huellas al andar. Muchas de estas personas buscan salir de Venezuela mientras la crisis social se agudiza. | Foto: Cortesía de Alejandro Saldívar, fotorreportero de Proceso.

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Esta es la última parte de una historia de cinco entregas sobre la historia de José. Al igual que otros millones de venezolanos, él tuvo que abandonar su tierra por la crisis social y económica que el país atraviesa desde hace algunos años. El proceso personal de José (y de miles de migrantes más) está atravesado por la depresión, la discriminación laboral pero también la esperanza. Consulta las otras entregas de este reportaje:

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