Mientras esperan su momento de ingresar a Estados Unidos, mujeres migrantes encuentran en la lectura un medio de desahogo y expresión
Incertidumbre, tristeza y desesperación son el común denominador entre las participantes de las actividades que ofrece “Jugamos a Leer”.
Esta sala de lectura itinerante fundada por Manuela Cantú Mendívil, tiene más de una década siendo un escaparate de la situación que las trajo a Tijuana.
Más que lectura es acompañamiento
Con el pretexto de un libro, Manuela realiza distintas actividades que incentivan la creatividad de las mujeres en contexto de movilidad.
“Hago lectura en voz alta, acompañamiento, escucha con el pretexto de un libro hacemos temas diferentes y entablo este diálogo con ellas” , comentó.
En los talleres de escritura creativa, aprovechan para contar cómo fue que llegaron hasta esta frontera y su historia.
También el reconocerse a sí mismas les permite tomar conciencia de qué están haciendo y hacia dónde quieren continuar su travesía.
La activista enfatizó que la mayoría de las mujeres solo viven buscando el bien de sus acompañantes, olvidándose de ellas.
Por otra parte, contó que también realiza actividades de lectura con la niñez migrante que está en los albergues.
Avanzar sin recursos
Desde 2012 se ha encargado de compartir lectura con mujeres de albergues, campamentos y espacios de alojamiento.
Hasta ahora no cuenta con el apoyo de alguna autoridad mexicana, solo la compañía estadounidense “San Diego Libros” la ayuda.
Por otra parte, trabaja en la estructura de lo que será la publicación de algunas creaciones de las mujeres con las que ha colaborado.
La señora Manuela Cantú realiza estas actividades sola ya que hasta hoy no tiene un equipo, solo el apoyo de su familia.
El proyecto “Jugamos a Leer” está abierto a recibir todo tipo de ayuda ya sea para replicar actividades o enriquecer cada visita que hace.
