Este 18 de septiembre de 2021, Dolores Almaraz recibió el reconocimiento como Mujer del Año de la mano del congresista Lou Correa en el condado de Orange, California. La líder migrante fue nominada por diversas personas debido a su labor dentro de la comunidad. Ella se siente agradecida, pero está buscando más medios para expandir sus posibilidades de ayuda de múltiples formas.
Dolores Almaraz lleva años realizando varias actividades para fortalecer y apoyar a los migrantes y a sus familias. Sin embargo, dice, no lo hace sola: trabaja con sus compañeras del club Mujeres Migrantes en Progreso.
Aún sin contar con grandes fondos, este club ofrece talleres que fomentan el desarrollo personal de mujeres migrantes. Además, durante la pandemia, Dolores y sus compañeras se organizaron para repartir alimentos y hacer campañas de vacunación.
Aunque este trabajo fue sumamente gratificante y lo hizo merecedora a tantas nominaciones, Dolores Almaraz cuenta que dos sucesos ocurridos recientemente la hacen darse cuenta de hasta dónde desea proyectar sus redes de apoyo. Ambos hechos tocaron lo más profundo de su ser.
Mujeres Migrantes acercaron alimento e información a quien lo necesitaban
En 2020, debido a la pandemia, muchas personas se quedaron sin fuentes de ingresos para alimentarse a ellas mismas ni a sus familias. Es por eso que Dolores Almaraz comenzó a coordinarse con organizaciones como Power of One Foudation para recaudar cajas de comida y repartirlas entre la comunidad.
En total, Dolores repartió cerca de 3 mil cajas en coordinación con mujeres de su organización pero también otras líderes migrantes que deseaban ayudar. Por medio las redes que se iban formando, Dolores Almaraz llevó la comida a las zonas donde se necesitaba.
Ella no esperaba a que personas que no podían conducir o que no tenían los recursos para hacerlo fueran por el apoyo. Y, cuando las donaciones empezaron a escasear en marzo de este 2021, Dolores sacó una mesa afuera de su casa donde la gente podía donar o recibir.
Además de dar apoyo en especie, el club Mujeres Migrantes en Progreso también organizó una campaña de salud. Aquí, el principal apoyo vino precisamente del congresista Lou Correa, quien gestionó una colaboración con el restaurante La Chiquita Mexican Food.
Correa se encargó de que este restaurante funcionara como centro de vacunación el pasado 12 de septiembre. Por su parte, las Mujeres Migrantes en Progreso tocaron de puerta en puerta desde días antes para informar a la comunidad sobre la necesidad de protegerse contra la Covid-19. También difundieron información a través de su página de Facebook.
“Ojalá no vuelva a suceder algo así, pero si pasa volvería a hacer todo lo que he hecho”, comenta Dolores Almaraz, al tiempo que recuerda dos encuentros especiales que marcaron su trayectoria de los últimos meses.
La ayuda para reunir familias más allá de la muerte y el dolor
“Se necesita ser muy valiente para cargar el cuerpo de alguien entre las manos”, dice Dolores Almaraz con la voz entrecortada. Lo cuenta desde la experiencia de haber trasladado las cenizas de un hermano migrante desde California hasta México.
La cónsul de protección del consulado de México en Santa Ana, Jazmin Castellanos Argüelles, pensó en Dolores en noviembre de 2020 cuando no sabía a quién pedirle apoyo con este traslado.
El migrante fallecido no tenía familia en USA, su papá no podía viajar por la pandemia y uno de sus hermanos estaba en Canadá mientras el otro cuidaba la salud de su padre. Por ello, Dolores asumió la tarea de reunir a esta persona con sus familiares en la Ciudad de México aunque sea para recibir un último adiós.
“Uno llega a USA solo, no tiene a nadie y no sabe si volverá a ver a su familia o no. Los esfuerzos de la cónsul son de admirarse, y yo agradezco haber formado parte de la cadena que reunió a esta familia”, dice Dolores Almaraz.
Meses más adelante, en abril de este 2021, Dolores recibió la llamada de una mujer que también quería reunirse con su hija. La hija vivía en Durango y era profesora. Ella, la mamá, tenía cáncer y estaba desahuciada. Estaba esperando lo peor, pero antes quería ver a su hija y abrazarla luego de 25 años sin mirarse frente a frente.
Desde antes de llamar a Dolores Almaraz, esta señora y su hija habían intentado conseguir una visa humanitaria para reunirse. Sin embargo, la Embajada de Estados Unidos en México le había negado el trámite a la hija.
Dolores aceptó ayudarlas. Le pidió una carta médica a la señora, viajó a la Ciudad de México, vio a la hija y consiguieron una visa con vigencia de 10 años. El esperado abrazo llegó justo el 10 de mayo, y la señora falleció 19 días después.
Dolores Almaraz busca recursos para seguir ayudando
Parea que madre e hija se reunieran, Dolores Almaraz pagó los gastos de documentación y apoyo legal de la joven. Además, cuando repatrió las cenizas de su connacional lo hizo sin recibir ninguna compensación a cambio.
Ella y el resto de las Mujeres Migrantes en Progreso sostienen sus actividades de apoyo a base de ventas en ferias comunitarias y de labores voluntarias. Gracias a esto, Dolores y sus compañeras han hecho varias donaciones a diversos albergues en USA.
Además, en octubre, el club dará un taller de desarrollo personal para mujeres migrantes por parte de una maestra de la Universidad Iberoamericana. Es el segundo este año.
Dolores Almaraz espera conseguir recursos para seguir fortaleciendo a su comunidad y a las mujeres que la habitan. Es por eso que está en proceso de registrar a su club como una organización sin fines de lucro (non profit organization). Así podría obtener más recursos para extender el alcance de sus acciones.
Incluso, dice, podría ofrecer su apoyo a migrantes de Guatemala, quienes últimamente se han acercado a ella en busca de esa mano que siempre sabe tender hacia los demás.