Los migrantes en el bosque de Tláhuac ruegan por un lugar dentro del albergue, la insuficiencia y falta de humanidad abunda en el trato de funcionarios, policías, vecinos y usuarios del bosque de Tláhuac.
En una cobertura realizada en el sitio donde la COMAR mantiene una ventanilla extraordinaria para que las familias migrantes inicien su trámite de petición de refugio en México observamos poca información y malos tratos.
¿Qué pasa en el albergue para migrantes de Tláhuac?
En el Bosque de Tláhuac, ubicado en Av. la Turba s/n, Col. Miguel Hidalgo (Tláhuac), todos los fines de semana se observan cientos de personas reunidas para el disfrute de los diversos espacios que conforman el lugar. La imagen de espacio de goce y respiro para las familias capitalinas del oriente de la Ciudad contrasta con las condiciones en las que esperan migrantes y peticionarios de refugio en México provenientes de América Latina y Asia.
Naum Cardona, un taxista hondureño de 33 años, explicó en entrevista para Somos el Medio que llegar a la Minimarquesa resulta un ejercicio laberíntico, pues dar con este punto específico donde fueron instalados el albergue a cargo del Gobierno de la Ciudad de México y la ventanilla de la Comisión Mexicana de Ayuda al Refugiado, implica trasladarse desde el norte de la Ciudad centro o incluso sur de la ciudad durante por lo menos un par de horas en transporte público.
Y es que, además de familiarizarse con las coordenadas de la ciudad capital, los desplazados se enteran casi siempre en el lugar mismo que la ruta más rápida, la línea 12 del metro, está en reparación.
Porque si bien la manera más sencilla y rápida para poder llegar al Bosque de Tláhuac es a través de la Línea 12 del metro del Sistema de Transporte Colectivo Metro, luego del accidente ocurrido en la estación Olivos en mayo del 2021, cuando un tramo de las vías aéreas de esa línea se desplomó por fallas estructurales en su construcción a la altura de la estación Olivos, y por ello esta línea se mantiene en obras desde ese 2021.
Por eso, nos narró Naúm, el camino que marcan los GPS de sus teléfonos inteligentes en realidad resulta más pesado y difícil de recorrer.
El lago camino para obtener asilo
Por esa y otras dificultades, los migrantes optan por hacer una parada larga en la Minimarquesa, quedarse en el Bosque de Tláhuac todas las noches que sean necesarias hasta conseguir una de las tan disputadas fichas de atención en la ventanilla de atención de la COMAR, o incluso, haciendo fila para conseguir uno de los 450 lugares disponibles en el albergue que administra la Secretaría de Bienestar Social (SIBISO) del gobierno capitalino, donde, afirman sus directivos, se les ofrecen servicios sanitarios, comida caliente tres veces por día y espacios para descansar. Los migrantes dicen que sobre todo, conseguir un lugar en el albergue de la Minimarquesa de esa periferia de la ciudad garantiza una tregua, momentánea pero tregua para recuperarse con seguridad, y una vez repuestas las fuerzas, continuar su camino hacia el norte del país, una pausa para respirar de las violaciones a los derechos humanos y los delitos que sufren día y noche durante su trayecto por México.
Por eso es que cada mañana, disputan y vigilan su lugar en las filas que se conforman desde las 4 de la madrugada al pie del alambrado que establece las coordenadas provisionales del refugio chilango.
Si un migrante obtiene el turno para ser atendido después de las 8 de la mañana, puede registrar su caso a trámite, y unas semanas más tarde obtener un CURPTE, un número censal especial para extranjeros que, en teoría le permite demandar derechos fundamentales como el acceso a la salud, apenas por ejemplo.
Llegar al albergue de Tláhuac es el primer paso, falta obtener asilo
Sobre este tema, las condiciones de salud de las personas migrantes, la Organización Mundial de la Salud (OMS de la ONU) ha informado de la imposibilidad de millones de personas de acceder a su derecho a la salud al iniciar un periplo migratorio.
Nelly, familiar que viaja con Naim desde San Pedro Sula, explicó que además del estrés, las heridas del alma dijo, que deja la migración, en este esfuerzo concreto por conseguir iniciar su trámite de petición de refugio los migrantes se exponen a daños corporales diversos, “durante la noche no puede ser visible el camino por donde debemos pasar, y eso provoca el riesgo de que algunos migrantes puedan caerse en algún hoyo o que algún animal los pique y que por la penumbra total no podamos ayudarnos entre nosotros… para llegar a formarnos a las 4 de la mañana acá a la COMAR nos tenemos que alumbrar con las luces del celular, porque aquí no hay indicaciones del camino, ni luces, ni gente informando”.
Somos el Medio conversó además con otras familias de solicitantes de asilo. Entre ellas una comunidad de afecto que descansaba en las veredas del bosque luego de que se les negó, por cupo saturado, el acceso al albergue de SIBISO. Nos explicaron que estaban decepcionados porque ese mismo día habían llegado a la Ciudad de México después de un largo viaje desde el sur de México. Como las “las personas de los chalecos” (los trabajadores del albergue estatal) les dijeron que ya no se recibía más gente ese día en el refugio, y no les ofrecieron ninguna otra opción de resguardo, este grupo de migrantes decidieron quedarse a pernoctar en los alrededores de la Minimarquesa, donde además de ellos, pudimos ver a muchos migrantes asearse con el agua de los canales del lago artificial, comprar comida a otras paisanas suyas que llegaban con cubetas de alimentos preparados. Esperar, esperar hasta que toque el turno. Intentar cada día, hasta conseguir el tan anhelado turno que, por cierto, solo es un prerregistro después del cual deben esperar entre 7 y 14 días para saber si su trámite dio apertura a una solicitud de refugio, es decir, si califican o no como refugiados en México.
“No nos quieren dar la oportunidad para quedarnos aquí” mencionó el padre de familia del grupo de los haitianos en la vereda.
Los migrantes viven en condiciones inhumanas
En las coberturas realizadas por este equipo, se pudo constatar que las condiciones dentro del Bosque de Tláhuac son inhumanas. Actualmente, éste no cuenta con baños suficientes para los cientos de peticionarios que llegan cada día a la ventanilla provisional de la COMAR, no hay regaderas y mucho menos servicios de comida para todos los migrantes que diariamente llegan a la Minimarquesa buscando ayuda, literalmente, refugio.
Entrevistado por Somos el Medio, el máximo responsable del albergue estatal, que se identificó como “Licenciado García” afirmó que solo a las personas del refugio les brindan comida porque los migrantes que llegan a pedir refugio a la COMAR no se quedan y por lo tanto, no se les brinda ayuda.
Una versión que es impugnada por otro migrante haítiano cuando le compartimos esa afirmación, “Lo único que quiero es un papel que me ayude a encontrar trabajo y poder vivir bien aquí en México”, dijo Wilgens Yembatisten, otro varón, cabeza de familia haitiana entrevistado en la cobertura. El ciudadano haitiano coincidió en la poca ayuda que recibe para poder encontrar una vida digna en Latinoamérica: “en Haití las cosas están muy difíciles para nosotros, está complicado por el tema de los delincuentes, hace falta trabajo, nosotros en Chile estuvimos como 7 años y la cosa se complicó, uno que no tiene documentos no puede trabajar, por ejemplo, mi señora todos esos años no tuvo trabajo, solo yo trabajando, tenía que pagar comida, mantener a los niños”.
Los migrantes entrevistados coincidieron que tanto la COMAR, como el Instituto Nacional de Migración representan una amenaza para ellos y otros muchos migrantes que han conocido en su ruta.
Sin intérpretes del castellano al creole, sin baños, sin comida y sin ficha para la ventanilla de la COMAR, los migrantes del bosque de Tláhuac nos despidieron con una sonrisa en la boca, agradeciendo el interés por entender su historia, sus razones, sus expectativas.
