“Mamá, si quieres te presto mis papeles para que puedas volver con nosotros”, esa fue la propuesta que Ana Laura López, vocera del grupo Deportados Unidos en la Lucha, recibió de su hijo menor, de 14 años, cuando avisó que había sido repatriada a México, un país que había dejado quince años atrás por la pobreza y la desigualdad.
A pesar de que Ana Laura López vivía en la “ciudad santuario” de Chicago, Illinois, con un expediente limpio de infracciones, delitos menores y desacatos a la autoridad, un par de agentes de inmigración de Estados Unidos la detiene y descubre que no tiene documentos que la acrediten como ciudadana estadounidense.
Esa falta de documentos la expulsó del país en el que ella había aprendido a valorar los derechos laborales y la no violencia. En Chicago trabajaba asesorando a la comunidad mexicana en materia de derechos laborales. Y ahora tendrá que cumplir un castigo de 20 años para volver a reunirse con sus hijos y su pareja.
De septiembre de 2016 a la fecha, Ana Laura López ha puesto en práctica lo que aprendió en un país como Estados Unidos, supuestamente defensor de las libertades y los derechos humanos, al coordinar una organización independiente con miras a convertirse en cooperativa: Deportados Unidos en la Lucha.
El grupo intenta visibilizar a los migrantes de retorno, ayudarlos para que su adaptación a las condiciones del país no sea traumática, como ha sido para los integrantes del grupo, y busca configurar alianzas con las autoridades para ejercer presión sobre las instituciones a fin de que tomen acciones urgentes.
Ana Laura pide a las autoridades instalar un módulo de asistencia legal para resolver los casos, en especial para encontrar alternativas que les permitan encontrarse de nuevo con sus familiares.
“Dejamos al país porque estaba mal y ahora está peor”
Ana Laura considera que se necesitan programas integrales de atención a los mexicanos retornados. Señala que con base en todos los testimonios que están recabando en el grupo, las autoridades se pueden dar una idea de la magnitud del problema, “no necesitamos fotos del recuerdo con el presidente”.
“Lo más urgente es la asistencia legal, generar programas para que los deportados accedan a créditos de vivienda, a oportunidades de empleo y salud. No queremos que los próximos pasen por el mismo calvario que sufrimos nosotros”.
“Veo pocas oportunidades en México para trabajar en alguna institución. Hace tiempo llevé mi currículum, lo vieron y me ofrecían 6 mil pesos mensuales cuando allá ganaba 21 dólares 75 la hora”.
A pesar de esta situación, Ana Laura cree que si el grupo Deportados Unidos en la Lucha se consolida como una cooperativa, los paisanos de retorno podrán salir adelante al poner en práctica los oficios que perfeccionaron en Estados Unidos para apostar por el autoempleo de calidad y autosustentable.
La vocera comenta que también realizan brigadas de sensibilización e información dirigidas a los jóvenes para que comprendan el problema de la movilidad humana, ya que han recibido agresiones verbales. El grupo Deportados Unidos en la Lucha busca que la población considere que los deportados son en su mayoría personas pacíficas y dispuestas a cooperar de nuevo con México.