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Ravers y migrantes: nuestro derecho al movimiento

La cultura rave y la población en tránsito tienen en común el derecho al movimiento, con el que han custionado el racismo y conservadurismo de las sociedades donde surgen y existen.

La cultura rave tiene más en común con la comunidad migrante de lo que podríamos pensar. Ambos son respuestas concretas a culturas caracterizadas por la represión, la ausencia de condiciones mínimas para explorar libertad y el derecho humano a la vida. Y en ambos casos, las sociedades donde nacen, han asfixiado el derecho al movimiento.

Los raves surgieron en un contexto posguerra. En Inglaterra fue una respuesta a estrictas políticas conservadoras, el thatcherismo, que habían configurado un ambiente restrictivo para las juventudes inglesas; en Alemania fue un movimiento muy activo durante y posterior a la caída del Muro de Berlín, símbolo de una profunda polarización ideológica. 

Al rave lo caracteriza una premisa fundamental: constituye un espacio donde, por algunas horas, la raza, la religión, la orientación sexual y hasta el género, se desdibujan para sumarse a una fuente de pertenencia más grande, el PLUR: “Peace, love, unit and respect” (Paz, amor, unidad y respeto).

Conexión Migrante

Cuando la cultura rave se convirtió en uno de los espacios predilectos de las juventudes blancas en el mundo para explorar la libertad a través de la música, el baile y las drogas, el movimiento se decantó en mainstream: el miedo de esas sociedades conservadoras donde nacieron, arreció frente a tumultuosos “Love Parade” (Desfile del amor), prohibiendo finalmente los raves.

Recientemente, el actor y también cantante Robbie Williams se unió, junto a otros dos músicos, para crear el concepto de música electrónica Lufthaus; en una colaboración con Sophie Ellis Bextor, famosa británica que en 2001 cantaba “Murder on the dancefloor” (Asesinato en la pista de baile), hicieron “Immortal”, un himno a la cultura rave.

“Immortal” incluye entre sus frases que “cuando las luces se apagan y la gente se mueve sin que exista ‘sonido’, es condenada a hacerlo de manera clandestina; porque cuando te arrebatan tus derechos, sin saber a dónde van, sin comprender completamente qué sucede, debemos luchar por conservar las memorias: dejar a la gente bailar”. 

La expresión de un@ mism@ a través del baile constituye un derecho humano: es libertad de expresión, derecho a la vida y construcción y construcción de librepensamiento. Prohibir los raves fue prohibir el movimiento, el librepensamiento y la manifestación de las ideas.

Conexión Migrante

Apagaron las luces en este lugar

La movilidad humana es también un derecho humano. A la luz de las líneas anteriores, el derecho a la movilidad constituye un pendiente urgente en la agenda de derechos en una dimensión internacional; se migra en todo el Sur Global: desde África hacia Europa; de la América del Sur a la del Norte.

Se migra porque las circunstancias de origen son restrictivas y de supervivencia, antes que de dignidad; el derecho a la alimentación, la vivienda, la salud y la educación se encuentran restringidos y, para la población que decide migrar, hay una necesidad imperativa de encontrar contextos donde estos derechos puedan garantizarse, para sí y para l@s suy@s.

Las políticas restrictivas que invocan lo que el espacio público puede, o no puede, ser, detienen los flujos migratorios: el Norte Global, ese mismo donde los ambientes restrictivos vieron nacer los raves, se impone ante la movilidad humana, crea fronteras y su defensa, propiedad, exclusividad y segregación; derechos, y condiciones para que estos se conviertan en privilegios.

Conexión Migrante

Volvieron clandestino nuestro derecho al movimiento

La condición para la existencia de la migración es, fundamentalmente, el despojo. Al arrebatarle a las personas  su derecho a la vivienda digna, a la alimentación, a condiciones de acceso a una mejora en su calidad de vida; cuando se le condena a vivir así, sin posibilidades de cambio, condicionando y convirtiendo límites en normalidad, en algún punto esta condición hará que la gente no solo quiera, sino que necesite irse. 

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Ante esta realidad, que años de estudio en la materia las y los expertos han concluido inevitable en todo el Sur Global, los derechos no pueden, ni deben, ser convertidos en privilegios. Quedarse, o irse, tendría que ocurrir en circunstancias de dignidad para las personas: para las que se van (migrar), para las que se quedan (reunificar), para las que se van y deciden regresar (retornar).

Conexión Migrante

Carolina Jiménez Sandoval, experta en materia migratoria en Latinoamérica, explica que frente a la migración y el refugio, la comunidad internacional tiene grandes pendientes: por un lado, comprender con claridad la dimensión del hecho, pues se trata de una crisis humanitaria; por otro, mostrar voluntad para respaldarla financiera y legalmente

Necesitamos conferir dignidad al derecho a migrar. 

Deja a la gente migrar

Para Jiménez Sandoval, existe una necesidad imperativa por regularizar el estatus migratorio de la población en tránsito y, poniendo como ejemplo a Colombia y su actualización de políticas de integración socioeconómica, aprender que la población migrante juega un papel imperativo en la construcción de las economías de los lugares a los que llegan: atender su necesidad, por ejemplo, de convertirse en emprendedores y apoyarles en la generación de circunstancias para lograrlo.

La regularización, afirma la también ex investigadora de Amnistía Internacional, es “la puerta de acceso a los derechos”: como consecuencia de la regularización del estatus migratorio y la consolidación de una residencia legal, el acceso al trabajo, la salud y la educación se facilita.

Como sociedades receptoras, necesitamos abrazar la noción de migración como un derecho. Comprender que el Estado no es el único responsable de en cambiar los caminos para la población en tránsito, que está en las raíces de todo el Sur Global en respuesta a siglos de colonización. Que, como para el movimiento raver, ocupamos de la paz, el amor, la unidad y el respeto, porque en el fondo, #TodosSomosMigrantes en mayor o menor medida.

Racistómetro en México es una herramienta para registrar casos de discriminación | Foto: imagen archivo de depositphotos
Racistómetro en México es una herramienta para registrar casos de discriminación | Foto: Imagen de archivo de Depositphotos

La respuesta al racismo y la normalización del despojo en detrimento de poblaciones afrodescendientes e indígenas es una responsabilidad social, no sólo política. 

¿Es, realmente, la migración un hecho al margen de tu vida e historia? ¿Nos convertimos en sociedades restrictivas como esas que vieron nacer el movimiento rave como único espacio de autonomía? ¿Qué harás desde tu colonia, tu barrio, para abrazar los derechos y búsquedas de dignidad humana que persiguen las y los migrantes? ¿Qué podemos hacer para dignificar el derecho a la movilidad humana?

Conexión Migrante

The lights are all turned down in this town
And we’re not allowed to dance here anymore
When we’re fighting without sound
Better take it underground
‘Cause we’re not allowed to dance here anymore

So then they take your rights
So you don’t see them going
We don’t truly understand, but somehow we all know it
Let the people dance
Let the people dance
All we have are memories of nights like this

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