Joanna García Salazar es una mujer nacida en Estados Unidos, madre de familia, trabajadora, activista y esposa de un hombre que fue deportado.
Su caso demuestra que la migración es complicada tanto para quien se desplaza por gusto u obligadamente como para los que se quedan.
Desde hace varios años su pareja Javier Salazar (Deported Artist) vive en Tijuana, sin embargo mantiene la esperanza de un día, vivir con su familia reunida.
Primer golpe de realidad durante la infancia
Joanna García Salazar nació en Oakland California; su padre y madre son originarios de Guanajuato y Michoacán respectivamente lo cual para ella era una situación aparentemente normal.
Teniendo apenas 10 años, ella no notó nada extraño en que en su acta de nacimiento dijera que su madre era también estadounidense.
“Un día, un policía paró a mi mamá y llegó a casa llorando, nos dijo que a lo mejor se tendría que ir a México”, comentó.
Tras el hecho, la madre de Joanna explicó a sus hijos que no contaba con documentos para permanecer en ese país, posteriormente logró solucionar la situación.
De esa forma, siendo una niña entendió que algunas acciones que realizaban sus padres eran para ayudar a otros migrantes que llegaban a su propia casa.
“Señores venían la casa, mi mamá les daba de comer y mis tíos les daban ropa y ahí se bañaban, luego mi papá los llevaba a una iglesia”.
“Nunca pensé que me iba a pasar a mi”
Al paso de los años y teniendo cada vez más información durante su vida escolar, Joanna formó conciencia y empatía hacia la comunidad migrante.
“Miraba reportajes sobre cómo agarraban a los que les decían “ilegales”, me enojaba y le decía a mamá: Un día voy a ir a Tijuana”.
Conociendo temas como “La huelga de la uva” o las manifestaciones por César Chávez, quería conocer las injusticias que se cometían contra los migrantes.
“Me empecé a involucrar más pero nunca pensé que me iba a pasar a mí, que iba a estar no solo por mi familia sino por mi esposo”.
Joanna y Javier iniciaron su relación mientras él cumplía una condena en la cárcel, lo que de entrada ya complicaba la dinámica entre ellos.
Sin embargo, todo parecía marchar bien hasta que él le informó que una vez terminando su sentencia, sería deportado.
Joanna García Salazar, la emprendedora detrás de “Las Hijas del Maíz”
Con la deportación de su esposo llegaron tiempos difíciles para la pareja, para poder visitarlo cada 2 o 3 meses debe conducir hasta 12 horas.
Lo cierto es que no todo ha sido malo, de sus viajes encontró la forma de iniciar un negocio que le permite obtener un ingreso extra.
Inició comprando de este lado de la frontera algunas prendas que reflejan el estilo mexicano, mismas que no abundan en su ciudad.
Luego de participar en algunos tianguis y acudir a eventos para vender su mercancía, decidió bautizar su comercio.
“Vi un elote enorme, y decidí ponerle “Hijas del Maíz” porque mi papá no tuvo hijos, puras hijas y nos decía “Hijas del Maíz Tostado”
Su ir y venir le ha permitido hacer contactos y establecer redes con otros vendedores y creadores de ambos lados de la frontera.
Como resultado de las relaciones públicas que aprendió a desarrollar ha construido un vínculo de apoyo con otras comerciantes convirtiéndolo en un espacio seguro para todas.
Madre y trabajadora de tiempo completo, pero también activista
Además de hacerse cargo de su familia, Joanna trabaja tiempo completo en una escuela de su comunidad, actividades que no le impiden apoyar a otras mujeres.
También participa continuamente en eventos en los que se visibiliza el tema migratorio pues para algunos la deportación sigue siendo un tabú.
De igual forma se ha acercado con organizaciones en Tijuana como Border Line Crisis Center o Centro 32 para la entrega donaciones que recolecta en su ciudad.
Su condición no ha sido fácil pues con el paso del tiempo tanto su familia como la de su esposo ha optado por distanciarse.
Mientras sus hijos y una de sus hermanas la apoyan en su emprendimiento y activismo, ella se siente fuerte para seguir adelante.
“He conectado en línea con otras mujeres que me dicen ‘eres bien fuerte, pero yo no pude mi pareja también fue deportada’
Al respecto Joanna García Salazar se mantiene firme en no hacer caso de las críticas de otras personas y no darse por vencida para vencer miedos.
“Si puedo ayudar a alguien, mis redes siempre están abiertas, hay que echarle ganas y no darse por vencidas”, concluyó.