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La gente está comprando más armas durante la pandemia de coronavirus

La gente está comprando armas durante la pandemia
En tiempos de pandemia por coronavirus, Illinois, Texas, Kentucky, Florida y California son los estados que más armas han comprado.

Mario es un mexicano que vive en California desde hace 19 años. Pide no dar su apellido porque es un migrante indocumentado que teme una deportación, pero comparte su historia con Conexión Migrante como empleado de un almacén. Considera que el temor que despierta el coronavirus ha llevado a la gente a comprar armas, en vez de productos tradicionales.

Durante años, la vida laboral de Mario ha transcurrido en almacenes que reciben artículos de importación. “Ahí, las jornadas son largas y agotadoras. Hay pocos días de descanso”, narra.

Desde el 2014, Mario laboraba para el mismo almacén especializado en la importación y venta de artículos chinos de piel, como bolsos de mano, carteras y maletas.

Aún le tocó laborar durante las primeras semanas de la pandemia, pero el negocio cayó rápidamente en unas cuantas semanas.

“La gente no está comprando artículos de piel u otros objetos durante la pandemia, lo que está comprando son armas y balas”.

Mario es un buen observador de su entorno, pues las cifras oficiales le dan la razón. Datos del FBI refieren que la compra de armas tuvo un “pico” muy claro en marzo, el primer mes de la pandemia de coronavirus, con un consumo de 2 millones de armas. Un fenómeno que no se observaba desde enero 2013, cuando la nación completa quedó aterrorizada tras una masacre en la Escuela Primaria de Sandy Hook en la que 18 personas perdieron la vida a manos de un joven de 20 años.

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Illinois, Texas, Kentucky, Florida y California son los estados que más armas han comprado en tiempos de coronavirus. Pero en California, a diferencia de otros estados, hay leyes más estrictas para la compra de armas de fuego, así que al menos se verifican los antecedentes del comprador antes de una venta de armas de fuego.

Extremando precauciones en tiempos de coronavirus

Tras su reflexión relacionada con el cambio en los patrones de consumo de la gente, Mario cuanta cómo ha vivido la pandemia en el sector en el que se desarrolla. “El trabajo en los almacenes no siempre es constante, hay temporadas altas y bajas. Mi función es recibir la mercancía que llega de China y descargarla”, explica.

En los almacenes, los empleados siempre usan guantes para clasificar los productos, pero se ha puesto mucho más cuidado en esta medida desde que iniciaron los contagios y se supo que el origen de la COVID-19 era Wuhan, China, dice. Otra parte del trabajo es alistar las mercancías que serán enviadas a los clientes que hacen pedidos en línea.

Mario explica que los dueños del almacén van seguido a China y les tocó estar allá cuando comenzó todo el coronavirus. Así que, conociendo de primera mano la situación allá, extremaron precauciones.

 “Cuando los patrones regresaron de China decidieron ir al almacén para ver cómo iban las cosas, pero supervisaron desde fuera. No entraron a sus oficinas”, dice.

Si hay síntomas, a casa de inmediato

“Cualquier malestar que tengas o sientas es mejor no trabajar, irse a descansar. Y esto es más a fuerzas que voluntario, pero es lo mejor. En mi caso viajo mucho en los transportes y ésta es otra fuente de contagios”, dice.

En su caso, en particular, durante la segunda quincena de marzo comenzó con malestar en la garganta y pidió descanso. No fue al doctor porque no se sentía muy mal, padece con frecuencia de las vías respiratorias así que podía ser algo más. Pero ya no regresó al almacén en las semanas posteriores porque las cuentas del almacén se deterioraron.

Sus patrones solo le dieron una compensación equivalente a 15 días de trabajo. Luego tuvo que quedarse en casa y aún aguarda a su sus patrones lo llamen.

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La nostalgia nunca termina

Durante el confinamiento en abril y mayo, salió muy poco de casa, en donde compartió espacio con su esposa y su hijo.

Hasta el momento de la entrevista sigue sin empleo, pero dice que, aunque no salga a trabajar, parte de su rutina diaria consiste en bañarse y estar vestido con ropa limpia. Y solo sale a lo indispensable, que es a conseguir comida.

Estas semanas le han hecho sentir una nostalgia que no termina aunque lleve dos décadas fuera de México.

“Todavía extraño mucho a mi familia y la comida mexicana. A la que se prepara aquí, en Estados Unidos, le hace falta sabor, pero algo hay que comer”.

Le inquieta que la economía en California se reactivará con mucha lentitud.

“Aunque uno no se enferme, enfrentaremos el problema de no tener trabajo ni dinero”.

Él tiene un “guardadito” en casa y lo cuida. Pero sabe que los meses por venir serán difíciles. Hay poco trabajo y le inquietan las reacciones de la gente.

“En estos momentos, las personas son muy explosivas, especialmente porque nadie sabe lo que está por venir”.

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