Conexión Migrante visitó la primera ermita erigida en honor a Jesús Juárez Mazo, mejor conocido como Malverde, en la ciudad de Culiacán, Sinaloa.
La capilla se construyó en los años setenta del siglo pasado por don Eligio González León, quien la edificó para pagarle una manda al también conocido como el “santo bandido”.
Don Eligio, quien falleció en 2003, contaba que había sido atacado por un comando armado.
Sin embargo, luego de pedirle a Malverde una segunda oportunidad de vida, se recuperó al salir ileso de la balacera.
Desde entonces, Don Eligio se encargó de construir la capilla en el lugar más cercano donde se cree yació el cuerpo de Jesús Juárez Mazo.
El día dedicado a Malverder es el 3 de mayo, porque se cree que murió un 3 de mayo de 1909.
Con las limosnas que se recogen se realizan acciones de asistencia social. Actualmente la capilla es atendida por Jesús, uno de los 18 hijos de don Eligio González León.
Ante la falta de información documental que confirme que haya existido Jesús Juárez Mazo, el también llamado “santo bandido”, la tradición oral y la mitología popular mexicana se han encargado de generar la leyenda de Malverde.
Se dice que fue un albañil y salteador de caminos, quien robaba a los ricos para darle el botín a los pobres. Es decir, un “Robin Hood” a la mexicana.
Cuenta la leyenda que el entonces gobernador de Sinaloa Francisco Cañedo, seguidor del modelo dictatorial impuesto en el porfiriato, ordenó la captura de Jesús Juárez Mazo.
Se dice que Malverde fue detenido luego de que un compadre lo traicionó y lo entregó a las “autoridades”.
El gobernador Francisco Cañedo lo condenó a la horca, su cuerpo fue exhibido y se prohibió que se le diera sepultura.
Sin embargo, cuando la soga al cuello de Jesús Juárez Mazo cedió a la fuerza de la gravedad, el cuerpo de este hombre cayó al piso.
El mito comenzó cuando un lugareño lanzó una piedra hacia al cuerpo corrompido o putrefacto de aquel hombre al mismo tiempo que le pidió, con fervor y devoción, le concediera el milagro de recuperar una vaca, otros dicen que fue para que recuperar unas mulas.
De acuerdo con el imaginario popular, gracias a Malverde el lugareño sí recuperó la vaca o las mulas, según la tradición.
Ese primer testimonio de fe pasó de boca en boca, y el cuerpo de Jesús Juárez fue cubierto no sólo por una piedra, sino por cientos de piedras, que se convirtieron en un montículo, en agradecimiento por el favor recibido y que sirvieron para darle sepultura.
Los ricos que fueron asaltados por Malverde eran protegidos de Porfirio Díaz, el dictador que gobernó México entre 1884 a 1911.
La dictadura de Díaz agudizó las desigualdades sociales, y ante la falta de acceso a la justicia social, encontraron en la leyenda del también conocido “Ángel de los Pobres”, una alternativa para no perder la fe, y para poner en tela de juicio a las instituciones religiosas y a las instituciones gubernamentales.
Las leyendas cuentan que Malverde no sólo protege a los pobres en general, sino también a los pobres que enfrentan un proceso judicial, y en especial a los migrantes.
Desde los años ochenta, junto a la Santa Muerte, fue adoptado como el santo patrono de los delincuentes y de los narcotraficantes.
Los cultos populares
Los cultos populares representan una mezcla entre los usos y costumbres de los pueblos, las celebraciones religiosas institucionalizadas y pueden estar acompañadas de elementos prehispánicos.
Estas manifestaciones culturales sincréticas surgen en tiempos de crisis; reponden a las necesidades puntuales de la gente que ha sido víctima de las desigualdades sociales, la opresión y el abandono, y casi siempre sus seguidores son discriminados por la iglesia y el gobierno porque sus expresiones se salen del status quo.
Los seguidores de los cultos populares no pierden su libertad de elegir qué es lo bueno y qué es lo malo para los individuos y las colectividades, prescinden de los permisos que conceden las instituciones religiosas –como el catolicismo– para realizar sus celebraciones o para definir quién o qué imagen es digna de sus devociones.
Entre los santos beatificados por el pueblo –considerados apócrifos por la religión católica– encontramos los ejemplos de Jesús Arriaga conocido como Chucho “El Roto”, Teresa Urrea o la “Santa de Cábora”, Juan Castillo Morales o “Juan Soldado”, Heraclio Bernal, la Santa Muerte, José Fidencio Constantino Síntora o Niño Fidencio, y, en este caso, Jesús Juárez Mazo o Jesús Malverde. ¿Cuáles conoce usted?