“La caravana migrante es un #DesplazamientoForzado de personas que requieren protección internacional, principalmente hondureñas, pero también de El Salvador, Guatemala y otros países de Centroamérica, que requieren ser escuchadas y atendidas”.
Así lo denunciaron la colectiva Las Vanders, Otros Dreams en Acción, REDOREM, organizaciones civiles y ciudadanos en el encuentro y caminata “Bienvenida digna a la caravana migrante de Honduras”, donde también se hizo un llamado a la ciudadanía para acudir a dejar víveres, agua, ropa, y calzado a los centros de acopio que se han instalado en la Ciudad de México.
Durante este actividad que comenzó en la Embajada de Estados Unidos, Conexión Migrante recuperó algunas voces de migrantes que tuvieron que huir de sus países para mejorar sus condiciones de vida ante la represión, la violencia y el abandono que padecen países centroamericanos como Honduras y Nicaragua. También, compartimos la postura de una ciudadana estadounidense que se avergüenza por el trato indigno que el gobierno de Trump da a la región de latinoamérica.
Luis Bravo Bravo, cineasta nicaragüense
Como migrantes que somos es necesario manifestar nuestra solidaridad con las personas que vienen en la caravana de migrantes que salió de Honduras y que viene en condiciones muy distintas a las que yo vine.
Yo llegué a México en avión porque vengo de una clase privilegiada de Nicaragua, de gente que pudo estudiar. Yo logré entrar a México con mayor facilidad porque tengo dos nacionalidades. Soy nicaragüense y también soy chileno.
Entrar como nicaragüense o como centroamericano a México es imposible a menos que tengas 3 mil dólares en una cuenta bancaria. Es más difícil que acceder a la visa gringa.
Para entender porque la mayoría de la gente que viene en la caravana migrante no tiene pasaporte ni visa es porque México les obstaculiza el camino con barreras burocráticas aunque la Constitución Política Mexicana obliga al gobierno a darle refugio a estas personas, por los convenios internacionales que se han firmado, y por un asunto moral.
Lo único que le pedimos a la sociedad es que sea consecuentes con su historia y con su identidad. No necesitamos su lástima sólo queremos cumplir nuestros sueños. Yo soy joven y quiero cumplir mi sueño de ser cineasta y lo haré en este país.
Jill Anderson, ciudadana estadounidense, residente permanente en México y co-fundadora de Otros Dreams en Acción (ODA)
Veo la entrada a México de miles de personas huyendo por sus vidas. Veo la respuesta de mis dos países y otra vez me rompen en el corazón.
Llevo años trabajando con la comunidad deportada y retornada a México, gente que vive en el exilio alejada de sus familiares.
Ahora veo que el gobierno mexicano y el gobierno de Trump en Estados Unidos reciben a estas miles de mujeres y niñas con gas lacrimógeno.
El gobierno de Estados Unidos sólo quiere fabricar crisis. Es una crisis fabricada por humanos, por hombres, no es una crisis fabricada por la naturaleza como el sismo que vivimos en esta ciudad, mi ciudad, el año pasado.
Los que más sufren son los niños, los bebés y las familias. Yo estoy aquí en solidaridad con ellos. Yo invito a la gente a ayudar a los migrantes con solidaridad. Esta crisis es una crisis de nuestra generación.
Yo veo que el gobierno de Trump, el gobierno de mi país, sólo quiere que México cumpla con su agenda global.
José Torres, barbero y estudiante de programación en Hola-Code
Tengo 34 años. Soy de la Ceiba Atlántida, Honduras. Tengo dos años radicando en México. Me vine a este país por seguridad.
En Honduras se habla mucho de libertad de expresión pero es algo que no existe. No puedes opinar sobre nada porque al día siguiente apareces muerto.
Además, no hay empleo, no hay seguridad. No hay nada. Si tienes un negocio no sólo tienes que pagar impuestos al gobierno sino también a las bandas criminales.
El gobierno de Honduras solo se quiere perpetrar en el poder. Vivir en Honduras es como vivir en una cárcel.
Llegué de forma ilegal con mi familia. Actualmente estoy legalizado porque conseguí refugio.
Yo no llegué en una caravana de migrantes y no he sufrido ningún tipo de discriminación. Mi esposa y mis dos hijos sí lograron llegar a Estados Unidos pero yo me quedé aquí. No fue fácil la separación.
Sin embargo, en México me han tratado muy bien. Estoy en un programa de educación que se llama Hola-Code para ser ingeniero de programación.
Lo que más extraño de mi país es la comida, los mariscos, su sopa de caracol.