“Si se han vacunado no es un #LONGCOVID, es un efecto adverso de las vacunas, que provocó un Covid o sintomatología similar a long Covid”, indica un contenido que tiene más de 93,000 reproducciones en Twitter. Pero no hay pruebas que respalden eso: el COVID persistente (o long COVID, como se menciona en literatura científica en inglés) es “una amplia gama de problemas de salud nuevos, recurrentes o continuos que experimentan las personas después de infectarse con el virus que causa el COVID-19”, según los CDC, organismo encargado del control de enfermedades.
Otros organismos de salud pública, como la Organización Mundial de la Salud (OMS) o el Sistema Nacional de Salud de Reino Unido (NHS, por sus siglas en inglés), también lo han definido y realizan investigaciones para explicar qué lo causa, qué problemas conlleva y cómo se puede tratar.
La mujer que ha publicado estas afirmaciones en Twitter se llama Natalia Prego y ha sido desmentida en varias ocasiones por difundir desinformación sobre las vacunas contra el COVID-19.
Qué sabemos de la causa del COVID persistente
Un artículo de la revista científica British Medical Journal utiliza el término long COVID para describir la enfermedad en personas que se han recuperado del COVID-19 “pero que aún informan de efectos duraderos de la infección o que han tenido los síntomas habituales durante mucho más tiempo de lo esperado”.
Como decimos, el COVID persistente es un cuadro clínico vinculado a la enfermedad COVID-19 que aún se está investigando y cuya causa exacta todavía se desconoce.
Hay estudios en marcha cuyo objetivo es concretar cuál es exactamente su causa. Una de las investigaciones más citadas propone la hipótesis de que las mitocondrias (el orgánulo de las células responsable de generar la mayor parte de la energía química) podrían estar relacionadas con la fatiga crónica, uno de los síntomas que aparecen con este cuadro médico. Otros estudios publicados más recientemente también coinciden en que uno de los mecanismos subyacentes del COVID persistente puede ser la disfunción mitocondrial.
Las personas que no están vacunadas tienen un mayor riesgo de desarrollar COVID persistente
Pero, ¿qué se sabe sobre el papel de la vacuna y su relación con el COVID persistente? ¿Podría ser una de sus posibles causas?
“Las personas que no están vacunadas contra el COVID-19 y se infectan pueden tener un mayor riesgo de desarrollar COVID persistente en comparación con las personas que sí han sido vacunadas”, señalan los CDC, contrariamente a lo que dice el posteo de Prego.
Una investigación británica publicada en enero de 2022 concluyó que las personas con vacunación completa reducen a la mitad las posibilidades de desarrollar long COVID y que sólo el 5% de los vacunados que pasaron el COVID-19 tras la inyección mantuvieron los síntomas durante 4 semanas después de la infección. La definición clínica de la OMS considera que hablamos de COVID persistente cuando los síntomas duran al menos 2 meses.
Otra investigación británica que recoge datos de COVID persistente autodiagnosticada (mediante una encuesta) con 28,356 participantes apunta que recibir una dosis de vacuna contra el COVID-19 se asocia a reducir un 13% la probabilidad de COVID persistente.
Ambos estudios son observacionales y, por tanto, no se puede demostrar (ni desmentir) la causa-efecto de la vacuna y el COVID persistente. Pero sí que sirven para buscar relaciones entre ambos elementos: que a las personas vacunadas se les asocia con un menor riesgo de desarrollar COVID persistente.
La persona que hace estas afirmaciones ha difundido desinformación sobre la pandemia en varias ocasiones
La persona que hace estas afirmaciones en Twitter es Natalia Prego, una médica de familia colegiada en Pontevedra (España) a la que el Colegio de Médicos de esa ciudad abrió en febrero de 2021 un expediente por sus declaraciones sobre el COVID-19.
Prego ha difundido desinformación sobre las vacunas contra esta enfermedad y la pandemia en varias ocasiones. Por ejemplo, ha afirmado que las vacunas pueden producir esterilidad o abortos, cuando, en realidad, no hay evidencias de que sea así. En esta nota de Maldita.es, medio cofundador de Factchequeado, puedes leer 11 afirmaciones falsas que ha difundido.