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¿Qué dice la Biblia del amor?

¿Qué dice la Biblia sobre el amor?
Aunque muchos pensamos que el amor es algo completamente humano, la Biblia nos enseña que la única fuente de este sentimiento es Dios.

Aunque hablar del amor es sencillo y la Biblia también lo menciona, profundizar en este tema no es tan sencillo.

“Amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros: en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por él” (1 Jn 4, 7-9).

Las opiniones de este tema pueden ir desde que es una serie de reacciones químicas; o que es algo indefinible; incluso algunas personas aseguran que sólo es un sentimiento.

Sin embargo, todo esto está en nuestra cultura. Incluso tenemos un símbolo como el 14 de febrero.

Sin embargo, para la Biblia, esa palabra es poderosa y algo totalmente distinto.

Esto es lo que opina la Biblia del amor

Decir que “el amor es de Dios”. Es decir: pertenece a Él y de Él proviene. La fuente de esta palabra es divina, no humana. Por lo tanto, no puede ser un sentimiento porque los sentimientos y emociones son pasajeros, momentáneos.

Tampoco puede reducirse a la mera bioquímica del cerebro o a los efluvios hormonales, dado que su origen está en Dios y no en la naturaleza humana.

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Después se nos dice que “todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios… porque Dios es amor”. Su esencia, su naturaleza, es amor. Dios no sabe, ni puede, ni quiere hacer otra cosa que amar.

En este sentido, la Biblia asegura que el término está lejos de ser algo indefinible, abstracto o ambiguo. El amor se puede definir como Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Además, al haber sido creado como imagen y semejanza de Dios, el hombre puede reproducir el modo de ser de Dios en la historia que le ha tocado vivir.

Pero para que el ser humano pueda amar como Dios, es necesario que el amor divino se manifieste previamente y se comunique en todo su esplendor. A esto se le llama “encarnación”, como cuando Dios mismo, en la persona de su Hijo, se hace en todo semejante a los hombres, menos en el pecado.

Al encarnar en Jesús, Dios asume en su Misterio divino la naturaleza humana empecatada para sanarla y llevarla consigo al interior del Misterio de la Santísima Trinidad.

Es decir, el Hijo se encarna para que tengamos vida y lo hace precisamente entregando su Vida en servicio de amor, de lucha, hasta la muerte, para llevarnos a la plenitud, a la libertad, al gozo.

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