Gerardo Villalpando migró de Zacatecas a Estados Unidos en 1999. A pesar de que sus razones fueron diferentes a las de millones de zacatecanos en EEUU, también ha enfrentado dificultades al llegar a un país distinto al suyo. Sin embargo, esta experiencia le ha permitido ampliar sus horizontes y crear una organización a favor de su comunidad.
Gerardo es fundador de la organización Comunidades Zacatecanas DFW en Dallas-Forth Wood, Texas. Por medio de ella, los migrantes reciben apoyo pero también fortalecen sus lazos comunitarios dentro y fuera de Estados Unidos.
Desde la perspectiva de Gerardo, son varias las cosas que distinguen a su organización de algunos clubes y federaciones migrantes. No obstante, destaca, la principal de ellas es que muestra las múltiples caras que la migración mexicana ha adoptado los últimos años.
“Me aventuré a este país por ver, por vivir en un estado migrante”: Gerardo Villalpando
En realidad, Gerardo no tenía necesidades económicas muy grandes al momento de migrar. De hecho, cuando lo hizo llevaba 15 años trabajando y ganando lo suficiente en el Aeropuerto de Calera, en su natal Zacatecas. Sin embargo, una idea se metió en su mente poco a poco.
“El gusanito de ver llegar a los paisanos, el saber qué hay allá. Un día por la mañana me desperté con esa idea de venirme para acá. Saqué mi visa, mi pasaporte y me vine. Me aventuré a este país por ver, por vivir en un estado migrante”, declara Gerardo a Conexión Migrante.
Así fue como Gerardo Villalpando llegó a Forth Worth en 1999. En un año pasó por diez trabajos diferentes, desde la construcción hasta la industria hotelera. También atravesó la densa barrera del idioma, de la adaptación a una cultura diferente y, quizá la más difícil, la de la soledad, “la bendita soledad de tener un día a tu familia y al otro día estar solo”.
Pese a esto, Gerardo confiesa que su llegada a Estados Unidos no fue tan complicada tras aprender el idioma y comprender cómo funciona el país. “Eso te facilita las cosas”: la adaptación a un lugar en el que no eres un invitado o un extraño sino otro habitante más.
El primer acercamiento a las organizaciones migrantes
Gerardo Villalpando comenzó a forjar su estabilidad laboral, económica y personal al año de haber llegado a Forth Worth, cuando comenzó a trabajar en la industria refresquera. Ahora lleva casi 20 años en esta rama y trabaja organizando la distribución de productos en Texas.
Durante ocho años estuvo a cargo del marketing de la empresa Dr. Pepper en Texas, Oklahoma y Kansas. Todas las promociones y actividades dirigidas a la comunidad hispana pasaban por sus manos. Así fue como un día se enteró de que existía una federación de migrantes zacatecanos, la cual celebra el día del zacatecano una vez al año.
Gerardo los contactó y propuso un patrocinio de la empresa para cubrir dicho evento. Además, tuvo la oportunidad de asistir a él y ver cómo, según cuenta, esta celebración era más para políticos y otras figuras que para los migrantes
“La gente que trabaja día a día, que sufre, a la que se le muere alguien aquí… yo no miré a esa gente en este evento y se supone que estaban celebrando el día del zacatecano, pero el zacatecano está lavando platos, cortando césped… Está con sus penas y sus alegrías pero no están en este evento”.
“Esto no es un día del zacatecano”, dice Gerardo Villalpando. Para él, la distancia entre los líderes y gobernantes con las personas no es lo que debe guiar una organización migrante. “Esas organizaciones deberían ser un cobijo para los que están solos en este país”, declara.
Por ello, Gerardo decidió investigar y ver cómo funcionaban este tipo de instituciones. Se acercó con la Secretaría del Zacatecano Migrante y el gobierno de su estado, y puso manos a la obra para fundar su propia organización.
El nuevo rostro de la migración mexicana en EEUU
La organización Comunidades Zacatecanas DFW reúne a migrantes de primera, segunda y tercera generación. Entre ellos hay migrantes dedicados a trabajos informales, dueños de negocios, profesionistas, congresistas… “Hay zacatecanos que ya toman decisiones al mismo tiempo que piensan en cosas como ahorrar para su familia”, dice Gerardo Villalpando.
Todos ellos son zacatecanos pero también son habitantes de Forth Worth y, como tales, influyen en su comunidad.
“No somos ni extraños ni estorbos ni invitados en esta ciudad. Somos parte de ella, entonces tenemos que salir a mostrar lo que somos, que nos conozcan, que le pongan cara a nuestra comida y nuestra cultura. Es nuestra ciudad, nos pertenece y eso no nos hace menos mexicanos”.
Pero, además de generar un impacto en Texas, los miembros de Comunidades Zacatecanas DFW también trabajan en diversas iniciativas para favorecer a sus lugares de origen (siempre despegados de intereses políticos, aclara Gerardo).
Un ejemplo de ello es la implementación de un programa que ofrece internet gratis a los jóvenes en el municipio de Guadalupe. En este caso, la organización donó varias computadoras con programas universitarios instalados, mientras que el gobierno hizo su parte con la contratación de internet.
Además, próximamente se enviará una ambulancia para que sea un consultorio móvil que pueda moverse entre una comunidad y otra. Este servicio llegará gracias a un acuerdo con la Universidad Autónoma de Zacatecas.
Pero detrás de esto no sólo hay manos zacatecanas. De acuerdo con Gerardo Villalpando, en la organización también hay personas originarias de Guanajuato, Durando, Querétaro y El Salvador.
Todos estos migrantes tienen necesidades básicas como la alimentación y la educación. Sin embargo, también hay quienes necesitan becas para estudiar la universidad o que quieren abrir su propio negocio.
“Es un abanico amplio y se intenta responder a la necesidad de todos”, afirma Gerardo. Para él, esa es la labor de una organización migrante: empoderar y acompañar para transformar la soledad de la migración.