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“Washington se volvió una ciudad fantasma”: así vivieron estos migrantes la toma del Capitolio

El Capitolio custodiado por miembros de la Guardia Nacional. | Foto: Isabel Migoya.
Tres migrantes (dos en Washington y uno en Virginia) hablaron con Conexión Migrante sobre cómo vivieron ellos la toma del Capitolio el 6 de enero. Para los tres, el odio y el racismo en USA no es nada nuevo. Sin embargo, durante lo sucedido hace un par de semanas, la violencia escaló a niveles desconocidos.

Amado Cisneros vive en el condado de Arlington, en Virginia. Cuando el gobierno de su estado comenzó a mandar alertas por lo que sucedía en el Capitolio, él se encontraba en la frontera entre su estado y Washington. Lo tomó todo con tranquilidad hasta que, de pronto, se encontró con los manifestantes de Trump en el camino.

Amado es un migrante de origen mexicano. Aunque no reside en Washington D.C., también vivió parte de los disturbios del 6 de enero. Todo sucedió cuando recorría su ruta habitual de ciclismo, la cual pasa por el Aeropuerto Internacional de Washington.

Ese día hubo dos manifestaciones: una en la Casa Blanca y otra en el Capitolio. La manifestación en la Casa Blanca fue muy breve y los seguidores de Trump regresaron a casa temprano. Muchos de ellos tomaron la misma ruta que Amado.

“Iba a detenerme una parte del aeropuerto, pero estaba llena de camionetas con banderas de USA y banderas confederadas. Hasta entonces me di cuenta de lo que estaba pasando. Me empezó a dar un poco de miedo. Pensé: ¿qué tal si a uno de ellos se le ocurre pararme y…? Como son muy fanáticos, pues te pueden linchar”.

Un simpatizante de Donald Trump porta una bandera confederada en el segundo piso del Capitolio, luego de irrumpir con violencia al edificio, el 6 de enero de 2021. | Foto: Voz de América.
Un simpatizante de Donald Trump porta una bandera confederada en el segundo piso del Capitolio, luego de irrumpir con violencia al edificio, el 6 de enero de 2021. | Foto: Voz de América.

Amado no se detuvo; al contrario, pedaleó todavía más rápido. Cuando llegó a su apartamento, recibió otra alerta del gobierno de Virginia: declararon toque de queda. Mientras esto sucedía, cuenta que sus amigos en Washington D.C. tuvieron que cerrar los negocios (trabajan en restaurantes, como él) y regresar corriendo a casa.

“Me han dicho que fue algo pesado: cerrar, salir con el miedo de caminar en la calle, y ni se diga de tomar el metro”.

Tanto Amado como sus amigos temen que pase algo similar este 20 de enero, cuando Joe Biden se convierta en presidente de USA. Pero también tienen otro temor: no poder trabajar.

A él lo suspendieron en el restaurante por la pandemia y, al igual que a miles de migrantes, se le agota el dinero para la renta y la comida. Se supone que su lugar de trabajo iba a abrir desde el 15 de enero. Pero, con todo el país en alerta, los planes de reapertura se retrasaron por lo menos una semana más.

“Estás en un país extranjero, no tienes la ayuda que otros tienen… Estás con toda esa tensión y, encima, esto que pasó. No sabes qué es realmente lo que sucede y piensas ¿qué hago aquí?”.

Mientras tanto, en Virginia ya están vigilando los accesos hacia Washington y ya desplegaron a la Guardia Nacional. Amado cuenta que también hay vigilancia en el metro e, incluso, algunos negocios están cerrados y protegidos con tablas de madera.

Lo que sucedió en Washington pasa en todo USA

Isabel Migoya y una amiga suya (quien prefirió mantener el anonimato) viven en Washington D.C. en una residencia para estudiantes. Isabel es una migrante mexicana y su amiga es de nacionalidad peruana. Ambas estudian una maestría relacionada con la política exterior de USA.

Días antes dela toma del Capitolio, los administradores de la residencia donde viven les recomendaron no salir el 6 de enero. Isabel cuenta que la ciudad de Washington comenzó a mandar alertas. En ellas se anunciaba que podían llegar manifestantes de otros estados, muchos de ellos probablemente armados.

La residencia donde viven Isabel y su amiga queda a 20 minutos del National Mall, el corredor de Washington D.C. donde están la Casa Blanca y el Capitolio. El 6 de enero parecía transcurrir con normalidad.

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A diferencia de lo ocurrido durante las protestas de Black Lives Matter, en esta ocasión, las estudiantes no veían tantos policías en las calles ni helicópteros atravesando el cielo.

El Capitolio el mismo día que el Congreso aprobó un segundo juicio político contra Trump. | Foto: Isabel Migoya.
El Capitolio el mismo día que el Congreso aprobó un segundo juicio político contra Trump. | Foto: Isabel Migoya.

Sin embargo, cuando vieron en las noticias que los manifestantes entraron al Capitolio, se dieron cuenta de la gravedad del asunto. Ambas se comunicaron con sus seres queridos para decirles que estaban bien. No atravesaban por algo extraño para muchos países de América Latina.

Además, pese a lo que veían en las pantallas, en la zona donde viven todo estaba quieto, aunque con negocios y edificios cerrados.

La estudiante peruana cuenta que, en las manifestaciones de Black Lives Matter, la policía estaba en casi todas las calles de D.C. En zonas como Chinatown, narra, los policías perseguían a los manifestantes por las calles y todo el tiempo había helicópteros. Pero en esta ocasión, dicen ella y su amiga, no hubo mucho de eso.

Sólo durante los días siguientes, cuenta Isabel, D.C. empezó a blindarse. El lunes posterior al ataque al Capitolio, patrullas policiacas cerraron varias calles del centro de la ciudad. Por su parte, la Guardia Nacional comenzó a desplegarse en diferentes puntos usando camionetas negras con placas de otros estados.

La Guardia Nacional también tiene resguardado el Capitolio. Isabel pudo apreciarlo el mismo día que declararon un segundo impeachment contra Trump. “Todo está rodeado por rejas y resguardado con armas largas. No te puedes acercar a más de un kilómetro”, cuenta.

Después del incidente, ella y su amiga sienten que los ánimos han estado relativamente calmados. Sin embargo, la tensión de que algo similar volverá a suceder el 20 de enero parece estar en las cabezas de todos.

Las calles de Washington permanecen vacías a la espera de la toma de posesión de Joe Biden. | Foto: Isabel Migoya.
Las calles de Washington permanecen vacías a la espera de la toma de posesión de Joe Biden. | Foto: Isabel Migoya.

“Se siente un ambiente pesado. Se siente que no es la rutina normal de la ciudad. Washington se ha vuelto un punto de combate”, dice Isabel.

A pesar de esta sensación, ambas jóvenes coinciden en que lo sucedido en el Capitolio no es nada nuevo. Al respecto, Isabel recordó el ataque racista contra migrantes mexicanos en un WalMart de El Paso, Texas.

“¿Por qué nos sorprendemos? El discurso de Trump siempre ha sido violento. Ha insultado a inmigrantes, mujeres y a muchos más. Pero no se tomó con la seriedad con la que se debía. Nunca se hizo nada para contrarrestarlo”, opina.

“Esto es un recordatorio de que esos sentimientos de odio y de rechazo siempre estuvieron ahí”, agrega su amiga.

La joven peruana reconoce que ser estudiante con un estatus migratorio regular la pone en una circunstancia diferente a la de millones de inmigrantes. Sin embargo, sabe que no está exenta de los peligros de ese odio:

“A mí me da pánico pensar que los supremacistas blancos pueden atacarte”, confiesa.

Además, la joven agrega que el odio y la división enraizados en la sociedad norteamericana van a seguir allí. A ella le preocupa porque le queda mucho tiempo en USA y teme que las cosas empeoren.

Mientras tanto, ambas jóvenes permanecen a la expectativa de lo que pueda suceder. Aún con la universidad cerrada hasta el 24 de enero por los posibles disturbios, las estudiantes continúan reflexionando sobre cómo esto afectará (o no) a los estadounidenses.

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