Acorde a sus promesas de campaña y también con su idea de transformar a México, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ya reformó la cuarta parte de la Constitución y ha realizado más de 80 reformas a leyes y códigos.
De los grandes rubros de reformas solamente hay uno que en realidad no se ha tocado, la política fiscal, específicamente en su parte tributaria.
El presidente López Obrador ha dicho muchas veces que no aumentará ni creará nuevos impuestos.
Hasta ahora, el esfuerzo impositivo ha sido retrasar las devoluciones, apretar las tuercas a grandes contribuyentes, combatir la evasión y endurecer el código fiscal para obligar a un mayor cumplimiento.
En la realidad, el problema no han sido los ingresos tributarios porque la verdad es que ni cayeron tanto.
Sin embargo, este gobierno está empeñado en que todo en el país funcione como hace 40 años y por eso en el Presupuesto de Ingresos para 2020 apostaron a que el petróleo les daría algo así como un billón de pesos de ingresos.
El problema es que esa creencia de que el petróleo es un gran generador de ingresos no resultó.
En lugar de un billón de pesos de ingreso petrolero apenas lograron poco menos de 600 mil millones.
Y para 2021 andan con la misma creencia.
Recibir un billón de pesos por el petróleo. Dicen que Pemex, y un poco los particulares, producirán 1.9 millones de barriles diarios.
Los datos de este mismo año indican que estábamos extrayendo 1.6 millones de barriles por día y que, hasta septiembre, la producción petrolera sumaba cuatro meses seguidos de caída.
López Obrador necesita una reforma tributaria
Si en el 2021 pasa lo mismo que en este año, que no se alcanza la producción estimada o que los precios del petróleo bajan de los más o menos 42 dólares por barril en que están ahora, el boquete puede ser, otra vez, de alrededor de 500 mil millones de pesos.
Y no hay de donde cubrirlo.
Ya se acabaron los fondos de estabilización y el dinero de los fideicomisos y la persecución a los causantes no cubrirá el agujero.
La gran pregunta es si López Obrador utilizará su mayoría en el Congreso para realizar una reforma tributaria que, por la vía que sea, con más impuestos o con aumentos, le dé el dinero faltante.
Lo más probable es que ni siquiera López Obrador se atreverá a cobrar más impuestos.
Pues 2020 es un año con la economía desmoronada y con unas elecciones vitales para el Presidente de la República.
México sí necesita una reforma fiscal en la que se ordene el gasto y en la que se obtengan los ingresos tributarios suficientes para financiar el desarrollo del país.
El endeudamiento no es opción, y el petróleo, aunque no lo quiera aceptar López Obrador, ya no es palanca de desarrollo.
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