En aquel octubre, cuando llegó el primer cambio de horario, ya con Andrés Manuel López Obrador como presidente de la República, se decía que el reloj no se atrasaría una hora, sino cuarenta años. Y así, aquello que fue medio en broma y medio en serio se está viendo plasmado en la realidad.
Hoy por hoy, los indicadores económicos y sociales de México están igual que como hace años, en algunos casos, una década o más.
Se dirá que no es culpa del actual gobierno, sino de la pandemia.
La verdad es que una buena parte sí es culpa de este gobierno, porque, así como en el caso de la salud el Primer Mandatario no reconoce que es grave y asegura que la sola fuerza del pueblo la vencerá, en lo económico se ha negado a estructurar un programa para que el impacto sea menor, con la filosofía de que “no nos interesa la iniciativa privada, sino las empresas públicas”, o con aquella de que “este gobierno no rescatará a ninguna empresa”.
El costo económico y social de esa filosofía es pavoroso.
Con la caída acumulada hasta el tercer trimestre de este año, la economía mexicana es del tamaño que tenía en 2016.
La Inversión Fija Bruta, con datos hasta agosto del 2020, es equivalente a la que se observaba en febrero del 2006.
El consumo privado interno, también con cifras a agosto del 2020, apenas es similar al de marzo del 2014.
Con los alrededor de siete millones de mexicanos que han caído en pobreza extrema en este gobierno, el número de pobres extremos es el mismo que había alrededor del 2006.
¿Cuál es el estado de la economía mexicana?
El Sistema de Indicadores Cíclicos dice que la economía mexicana está en niveles no vistos cuando menos desde 1982, pero que se está recuperando y cerrando la brecha respecto a cómo estaba en 2009.
Las ventas de automóviles regresaron al nivel que tenían en enero del 2013.
Los indicadores de todos los sectores están, cuando menos, abajo del 2019, excepción hecha de las exportaciones que recuperaron el nivel que traían en 2019.
Si pensamos que la economía mexicana no volverá a ver cifras positivas en lo que resta del sexenio, es posible afirmar que, cuando termine este sexenio, habremos regresado, cuando menos, una década y que será la crisis más prolongada que se haya vivido en México desde la Revolución Mexicana.
Es verdad que las crisis de los 70, 80 y 90 en México provocaron pobreza y atraso.
Pero, en cada sexenio que siguió se adoptaron estrategias, unas más exitosas que otras, para retomar el camino.
Los datos son claros en ese sentido.
Desde 1980 el crecimiento promedio trimestral de México fue de 0.53%, lo que dio un crecimiento promedio anualizado de 2.12 por ciento.
En este sexenio se acumularon cinco trimestres con cifras negativas, tendencia que apenas se rompió con el rebote del tercer trimestre de este año.
Por donde se vea, aquella broma de que no habrá que regresar el reloj una hora, sino varios años, se está volviendo realidad.
Cuando este sexenio termine no seremos el México que deberíamos ser en 2024, sino el que fuimos una o dos décadas atrás.
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