Si Andrés Manuel López Obrador utilizara contra el crimen organizado la violencia que usa contra la corrupción empresarial, hoy, los cárteles criminales serían organizaciones marchitas.
En su lucha contra la corrupción, el Primer Mandatario ha descubierto que muchas actividades empresariales están aceitadas con corrupción.
Lo que no entiende es que esas prácticas deben ser erradicadas con bisturí; pero el Presidente usa un hacha que no corrige, sino que destruye.
El más reciente ejemplo es la iniciativa de ley para eliminar el outsourcing.
El diagnóstico hecho por la 4T es verdad, en principio.
Hay organizaciones de outsourcing que abusan de los trabajadores, les quitan prestaciones, no les aportan a sus pensiones, etc.
Junto con ellas, hay muchos ejemplos, más que los primeros, donde el outsourcing es un apoyo para las empresas y permite la creación de miles, tal vez millones de empleos, con los salarios y prestaciones adecuadas.
En lugar de usar un bisturí para erradicar las formas abusivas del outsourcing, López Obrador saca su hacha anticorrupción y quiere destruir toda esa práctica, la mala y la buena.
Esa misma estrategia usó contra los fideicomisos. Sin duda, había corrupción, opacidad en algunos; pero en lugar de corregir los vicos, acabó con todo.
Y así con hizo con el aeropuerto de Texcoco; en lugar de erradicar la corrupción, que sin duda habría, acabó con todo el proyecto.
Lo hemos visto también con el establecimiento de empresas. Hubo permisos y autorizaciones que se obtuvieron con la extorsión de funcionarios públicos hacia las empresas. Pero en lugar de corregir esa práctica, se pone a votación popular los proyectos y se acaba con ellos. Ya lo vimos en Constellation Brand y en la planta de amoniaco en Sinaloa.
López Obrador no presiona al crimen organizado
En la otra cara de la moneda vemos al Presidente de la República liberando a Ovidio Guzmán en Sinaloa, saludando a la abuela del delincuente, madre de otro delincuente, el Chapo; lo vemos tolerando la corrupción de sus descendientes, de su hermano y de sus colaboradores, como Manuel Bartlett, Eckermann y muchos más que logran que este gobierno esté manchado por la corrupción.
Lo que AMLO ha creado es una realidad con unos cárteles florecientes que han hecho de este el año más violento en la historia moderna de México; frente a ellos, una inversión desplomada y muchas empresas privadas en serios problemas, no sólo por la pandemia, sino por las prácticas anti empresariales de un gobierno que en el caso de la IP corrige los vicios con hacha.
La filosofía de este gobierno es clara, combate la corrupción con un hacha, en el caso del sector privado y trata con guante de seda la corrupción al interior de su gobierno y al crimen organizado.
Contra el sector privado, el hacha anticorrupción; contra la delincuencia, abrazos, no balazos.
Hasta el próximo lunes y, mientras, no deje de seguirme en mi página de FB, Perspectivas de Luis Enrique Mercado y en mi cuenta de twitter @jerezano52.