La historia de Blanca, una quinceañera migrante en Tijuana, refleja el valor de la comunidad y la esperanza compartida.
Acompañada por su madre, hermanos y amigos del albergue, Blanca vivió una noche llena de emociones y recuerdos imborrables.
El festejo se realizó en Casa de Luz, albergue que fue su hogar y que hoy la acompaña en esta etapa tan importante.
Blanca celebró en el lugar que la acogió
Blanca llegó a Tijuana en 2018 como parte de la caravana migrante que cruzó Centroamérica buscando un mejor futuro.
Desde entonces vivió en Casa de Luz durante dos años.
Este sábado celebró sus XV años rodeada de personas que han sido parte de su crecimiento y adaptación en esta ciudad.
Amigas de la secundaria, activistas y residentes del albergue la acompañaron en uno de los días más importantes de su vida.
“No fue fácil el camino, caminamos mucho y de Sonora a Mexicali sí abordamos el tren”, contó su madre, Lilian Hernández.
Una comunidad que se convirtió en su familia
Desde su llegada a Tijuana, Blanca generó un fuerte vínculo con otras personas migrantes que compartieron el trayecto con ella.
Con el paso del tiempo, esos lazos se fortalecieron y hoy los considera parte esencial de su red de apoyo.
La joven expresó que, aunque extraña a sus familiares en Guatemala, ha encontrado una nueva familia en Tijuana.
Entre los vínculos más significativos que ha formado, destaca el que mantiene con Irving Mondragón, activista y responsable del albergue.
Blanca lo eligió desde pequeña como su padre, reconociendo en él una figura de apoyo y orientación permanente.
Durante la fiesta, Irving bailó el vals con Blanca y le entregó su última muñeca, cumpliendo con la emotiva tradición.
“Desde siempre lo elegí como mi papá. Irving es parte de lo más importante que tengo aquí”, comentó Blanca.
Un mensaje para otras infancias en movilidad
Blanca actualmente cursa el segundo año de secundaria y mantiene una actitud optimista pese a los retos de ser quinceañera migrante.
Resaltó la importancia de la perseverancia, la fe y el agradecimiento por cada paso dado en el camino migrante.
“Nunca se rindan porque una siempre puede luchar por lo que quiere. Dios siempre tiene un camino para todos. Ese esfuerzo que se hace, siempre lo va a agradecer Dios con algo más grande”. concluyó.
