José Juárez, originario de la sierra norte de Puebla, México, es un chamán totonaco que ha dedicado su vida a preservar y compartir las tradiciones ancestrales de su pueblo.
Desde hace más de tres décadas, reside en Nueva Jersey, Estados Unidos, donde continúa su labor como curandero y promotor cultural.
Inicios en Puebla de José Juárez, un legado ancestral
Nacido en una familia con profundas raíces en la medicina tradicional, Juárez creció rodeado de prácticas curativas y rituales espirituales.
“El camino como curandero lo conocí por mi madre, aunque mi papá también era curandero, pero mi madre quedó viuda muy joven. Mi abuela también era curandera”, compartió Juárez.
Esta formación temprana lo llevó a recorrer 22 estados de la república mexicana, ofreciendo sus servicios como curandero y fortaleciendo su conexión con las comunidades indígenas.
El viaje a Estados Unidos, un camino inesperado
Impulsado por amigos que le insistían en cruzar la frontera junto a su espíritu aventurero y el deseo de documentar la historia de los migrantes, Juárez decidió emigrar a Estados Unidos en 1992.
“Mucha gente dice que viene a Estados Unidos a ‘cumplir el sueño’. Yo siempre he sido muy extrovertido y con un espíritu aventurero”, comentó.
Inicialmente, su plan era ahorrar dinero durante tres años y regresar a México; sin embargo, ya han pasado más de 30 años y sigue en tierras estadounidenses.
José Juárez ingresó a Estados Unidos de forma irregular, por la frontera de Tijuana. En el primer intento vivió la experiencia de la detención migratoria.
“Me detuvieron 24 horas pero si uno es sincero, te respetan, me han tratado peor en México”, recordó.
Desafíos y activismo por la justicia social
Desde antes de salir de México, Juárez se involucró en el activismo social, lo que le acarreó problemas y amenazas.
“Soy activista y tuve problemas por eso. Fui amenazado de muerte y estuve tres años como perseguido político. Hoy todavía me juzgan”, relató.
Estas experiencias reforzaron su compromiso con la justicia social y la defensa de los derechos de los migrantes.
Lejos de su tierra natal, Juárez ha encontrado en Nueva Jersey un espacio para promover y preservar la cultura totonaca.
Después de 11 años en Estados Unidos, Juárez regresó a México con la intención de impulsar la cultura de su pueblo y realizar ceremonias en sitios sagrados.
“Regresé a México 11 años después de haber estado en Estados Unidos, pero sigue la burocracia para que apoyen la promoción de la cultura”, lamentó.
A lo largo de su trayectoria, José Juárez ha enfrentado distintos retos como lo es la falta de apoyo institucional en todos los niveles de gobierno.
Sin embargo, su compromiso con la comunidad y la cultura totonaca ha sido reconocido en diversas ocasiones. Por ejemplo, la Universidad de Rutgers lo invitó a participar en una sesión fotográfica que buscaba resaltar la riqueza de las tradiciones indígenas.
“Mi misión es crear conciencia, promover la cultura, levantar la dignidad”, afirmó Juárez.
Un legado de resistencia y espiritualidad
Hoy, José Juárez continúa su labor en Nueva Jersey, ofreciendo ceremonias y compartiendo su sabiduría ancestral con quienes buscan sanar y reconectar con sus raíces. Su vida es testimonio de resistencia, fe y un profundo amor por su cultura.
“El que olvida su pasado, falsifica su presente y opaca su futuro”, sentenció Juárez
Para él, la felicidad radica en hacer lo que realmente le gusta, sin dejarse llevar por la búsqueda del dinero. Ha incursionado en el teatro, la radio, se ha dedicado a escribir en formato periodístico, todo siempre en la búsqueda seguir con su misión.
“Para mí, el dinero es lo más barato que existe y compra conciencias, si no tengo dinero es porque no estoy detrás del dinero. Y por mi forma de ser, muchas veces la gente no me cree”.
Este activista se considera un soñador utópico que busca guiar a su comunidad hacia un futuro mejor.
“El verdadero amigo tuyo es el que te dice tus verdades. Yo no voy a estar aplaudiendo si haces tontería y media; ser honesto cuesta muy caro”, dejó como mensaje final.
La historia de José Juárez es un ejemplo de cómo las tradiciones ancestrales pueden sobrevivir y adaptarse en contextos modernos y extranjeros.
Su labor como chamán en Nueva Jersey no solo ayuda a sanar a individuos, sino que también fortalece la identidad cultural de la comunidad migrante.
A través de su botánica y sus enseñanzas, José Juárez construye un puente entre dos mundos, demostrando que la sabiduría ancestral tiene un lugar en la sociedad contemporánea.