19 de abril de 2025

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Mujeres migrantes en Tijuana encuentran en la cocina una oportunidad de crecimiento

Esther Morales confía en que como ella, las mujeres migrantes en Tijuana pueden encontrar en la cocina un sustento económico.

El proyecto Comida Calientita imparte un taller de cocina para mujeres migrantes en Tijuana, esto en un esfuerzo por generar oportunidades de desarrollo.

La iniciativa busca no solo compartir recetas mexicanas, sino también brindar herramientas que permitan a las participantes generar ingresos mediante la gastronomía.

Cada semana, Esther Morales, fundadora del proyecto, visita el albergue Movimiento Juventud 2000 para impartir clases a mujeres provenientes de distintos países y del interior de México.

En cada sesión, las asistentes no solo aprenden nuevas técnicas culinarias, sino que encuentran un espacio de apoyo y motivación para salir adelante.

La cocina como espacio de unión y crecimiento

Durante la sexta sesión del taller, las asistentes aprendieron a preparar tamales de elote, un platillo que permitió a Esther Morales impulsar su propio negocio en Tijuana.

Su experiencia al llegar a la ciudad la motivó a compartir este conocimiento con otras mujeres que buscan una nueva oportunidad de vida.

El número de asistentes varía en cada clase, alcanzando hasta 15 participantes en algunas sesiones. La dedicación y el entusiasmo con el que llegan refleja su interés por aprender y emprender.

“Llegan con su libretita, muy interesadas que deveras quieren aprender, que deveras quieren emprender un negocio”, compartió.

Para Esther, el tamal representa mucho más que un platillo tradicional. Es una herramienta de sustento y una puerta de entrada al emprendimiento.

“El tamal es algo que toda la gente come, es algo que si tú lo haces rico se te va a vender y ahí empieza tu emprendimiento, tus ganas de echarle ganas y sales adelante como salí yo”, expresó.

Desde su llegada a Tijuana, ha visto reflejada su historia en muchas de las mujeres que residen en los albergues que visita. Su objetivo es motivarlas a tomar la cocina como una oportunidad de crecimiento.

“Quiero que como yo, ellas salgan adelante, aunque sea una. Yo no sé cuántas van a decir ‘doña Esther tiene razón, voy a echarle ganas’ pero de 20 de aquí, con una que salga, me doy por servida”, reiteró.

Esther Morales confía en que como ella, las mujeres migrantes en Tijuana pueden encontrar en la cocina un sustento económico.
Esther Morales impulsa a mujeres migrantes a iniciar un emprendimiento de venta de alimentos. Foto: Janette De Los Reyes.

Gastronomía mexicana: una experiencia nueva para las migrantes

El taller ha contado con la participación de mujeres migrantes en Tijuana provenientes de Nicaragua, Honduras, El Salvador, Colombia y de distintos estados de México.

Para muchas de ellas, la cocina mexicana es completamente nueva, lo que les permite ampliar su conocimiento culinario.

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Karla, originaria de Nicaragua y con nueve meses en México, contó que estas clases le han permitido conocer alimentos y sabores que desconocía. Adaptarse a la comida mexicana no ha sido fácil, no por el sabor, sino por las diferencias en la preparación de los platillos.

“El pozole yo no tenía ni idea, no lo había probado. Sí comemos chile pero no en la cantidad que ustedes lo hacen. El tamal que hizo hoy allá se llama ‘yoltamal’”.

Otra de las asistentes, una joven hondureña que apoya en la cocina del albergue, también habló de las diferencias entre la gastronomía de su país y la mexicana.

“En Honduras están los ‘tamalitos’, las ‘montucas’ que son como el tamal pero viene con carne. Es bonito aprender mucho, y qué mejor que aprender cocina mexicana. Para salir adelante, todo el proponerse y tener muchas ganas”, expresó.

Conexión Migrante
Las clases de cocina son teórico-prácticas, cada una forma parte de la preparación de los alimentos. Foto: Janette De Los Reyes.

Un aprendizaje que abre nuevas oportunidades

Lucía, originaria de Puebla y encargada de la cocina del albergue, afirmó que a pesar de que en su estado hay una gran variedad de tamales, nunca había probado el tamal de elote.

“Hay tamales, verdes, de rajas, los jarochos, pero no hay de elote”, mencionó.

Margarita, quien llegó a Tijuana desde Morelos, compartió que antes de migrar tenía un negocio de comida. Para ella, estas clases han sido una oportunidad para aprender técnicas culinarias distintas a las que conocía.

“Son cosas que uno ya sabe pero aquí se cocinan diferente de donde somos originarias. Hay muchas diferencias; en las lentejas, nosotros les ponemos fruta (piña, manzana, plátano), ella les pone jitomate, cilantro y salchicha”, explicó.

Margarita confesó que planea establecerse en Tijuana y en un futuro abrir un nuevo negocio de alimentos en la ciudad. Su objetivo es combinar su experiencia previa con los conocimientos adquiridos en los talleres.

“Lo que traíamos de plan no se pudo. Yo quisiera aquí tener un negocio de comida”, comentó.

Cierre del taller y nuevos ciclos de aprendizaje

El actual taller de cocina para mujeres migrantes en Tijuana concluirá el jueves 13 de marzo con una clase especial.

Sin embargo, la labor de Esther Morales no termina ahí, pues continuará impartiendo este ciclo en otros albergues de la ciudad, con la intención de seguir apoyando a más mujeres en su camino hacia el emprendimiento y la autosuficiencia.

Conexión Migrante
Terminando el taller en el albergue, Esther Morales iniciará un nuevo ciclo en otro espacio. Foto: Janette De Los Reyes.