No es secreto que el tema migratorio ha sido, y es, uno de los temas que más divide a la población estadounidense, más si está acompañado del binomio criminalidad/seguridad. El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca vuelve a colocar en la mira la reactivación de políticas migratorias que marcaron su primer mandato, por ejemplo, la continuidad de la construcción del muro y la presión al gobierno mexicano para costearlo; el regreso de la política “Quédate en México” remasterizada o la amenaza económica al gobierno mexicano para que endurezca sus políticas de contención migratoria, además de poner fin a las políticas vigentes como el parole humanitario para personas de Haití, Venezuela, Nicaragua y Cuba o las citas bajo CBP One.
No es un secreto que Trump está rodeado de personas racistas y fascistas que quieren implementar estrategias para la contención migratoria que involucran a la Guardia Nacional (como lo ha hecho el gobernador de Texas, Greg Abbott) así como policías locales y estatales –todo un despliegue militar como hemos visto en México. Lo más probable es que tenga algunas acciones para deportar a aquellas personas migrantes que se encuentran pagando por algún delito después de terminar sus sentencias, es decir, que ya se encuentran en las cárceles; y que haga algunas redadas en estados republicanos que lo permitan, las cuales tendrían mucha atención mediática. Estas acciones, en primer momento, por cuestiones numéricas y de cercanía tendrían un impacto mayor en la población mexicana indocumentada en ese país (aproximadamente 5 millones).
Donde sí puede causar mucho impacto mediático es en la frontera entre México y Estados Unidos. Lo más probable es que vuelva a implementar una política de cierre de fronteras, como Título 42, que estableció durante la pandemia, a través del cual la patrulla fronteriza (CBP) expulsaba a México a personas mexicanas y no mexicanas, sin que pudieran solicitar asilo u otros tipos de protección. Hubo algunas excepciones para casos muy vulnerables y ha sido la sociedad civil en México quien ha hecho todo el trabajo de identificar esos casos y tramitar su ingreso. Título 42 fue una medida basada en una ley de salud, pero como los Republicanos ya tienen el Senado podría ser posible pasar alguna legislación nueva para restringir aún más las obligaciones de protección internacional para las personas que llegan a través de la frontera. Habrá que esperar los resultados de la Cámara de Representantes, pero pensamos que la lucha mayor de protección será para las personas huyendo de Venezuela, Nicaragua, Cuba, Haití, y los países de Centroamérica que no tienen otra opción más que cruzar por México.
Si bien la retórica y las posibles políticas de Trump generarán tensión y dificultades para muchas personas en la región, cualquier política, por más severa que sea, no resolverán las causas profundas de la migración. En el caso específico de México, la administración de Claudia Sheinbaum deberá fortalecer el diálogo, desde una posición firme, para no ceder la política migratoria mexicana y apostar por acciones de integración y apoyo a las personas que ya se encuentran en tránsito o residiendo en el país. La migración no debe ser vista solo como un desafío a resolver mediante la represión, sino como una oportunidad para fortalecer la cooperación bilateral y multilateral, en un marco de respeto a los derechos humanos y de desarrollo social.