El programa de reunificación familiar “Mujeres Migrantes en Progreso”, liderado por Dolores Almaraz, ha sido una luz de esperanza para cientos de familias separadas por las fronteras.
En esta ocasión, 11 de 19 padres adultos mayores lograron obtener la visa americana que les permitirá reencontrarse con sus hijos indocumentados en Estados Unidos. Sin embargo, dos madres no volverán a abrazar a sus hijos, ya que la migración y el tiempo les robaron esa oportunidad.
Victoria y Rogelio
Victoria, una de estas madres, tenía 18 años sin ver a su hijo Rogelio, quien dejó México en busca de mejores oportunidades y, aunque su vida floreció en California, falleció en marzo de este año, antes de poder reunirse con su madre.
A pesar del dolor que siente, Victoria viajará a Estados Unidos para abrazar a su hija María de Lourdes, a quien lleva 20 años sin ver, y conocer a su nieta de 19 años.
Victoria quiere recordar a Rogelio, comenta que caminará por los lugares donde él solía estar, y así honrar su memoria.
Adelina y Everardo
Por su parte, Adelina enfrenta una despedida diferente. Hace 18 años, su hijo Everardo salió de Oaxaca para trabajar en California, allí formó una familia, y tuvo dos hijos, ahora de 18 y 11 años.
Sin embargo, el abrazo con su madre quedó inconcluso. La última vez que hablaron fue el 3 de noviembre, el día de su cumpleaños, ambos tenían la esperanza de reencontrarse porque Adelina ya estaba inscrita en el programa de reunificación.
“La última vez que hablé con él estaba muy contenta porque muy pronto ibamos a estar juntos y quería abrazarlo” -Adelina Álavez
Lamentablemente, Everardo murió tres días después, el 6 de noviembre. A pesar de esto, su madre viajará a California para visitar el lugar en el que su hijo está descansando, lo va a despedir y le dará su bendición.
Una promesa cumplida
Dolores Almaraz, directora de Mujeres Migrantes en Progreso, ha dedicado años para gestionar estos reencuentros Sin embargo, esta es la primera vez que enfrenta la dura realidad de perder a los hijos antes de que las madres puedan abrazarlos.
“La experiencia de que se acerquen a ti y te tengan confianza es muy bonita, pero uno nunca se imagina que se van a ir los padres o los hijos en el proceso porque siempre imaginamos el reencuentro”.
Ella sabía que, aunque Everardo ya no estaba, Adelina merecía despedirse de él. “Me comprometí a que Everardo pudiera volver a ver a su mamá y ahora le aprobaron la visa”.
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