Hace una semanas, junio, durante la 53 Asamblea General de la Organización de Estados Americanos, fue aprobada la Declaración para la Protección e Integración de la Niñez y Adolescencia migrante y Refugiada en las Américas, la cual surge del reconocimiento del número creciente de niñas, niños y adolescentes migrando en la región, que incluye a niñas, niños y adolescencia solicitantes de asilo, reconocidos como refugiados, apátridas, separados, no acompañados e indocumentados, tomando en cuenta los impactos particulares en las niñas.
En México, de acuerdo con datos de la Unidad de Política Migratoria, durante el primer semestre de 2023 se registraron 48 mil 625 eventos de detención de niñas, niños y adolescentes. De los cuales, 14 mil 095 tienen entre 12 y 17 años de edad y 34 mil 530 entre 0 y 11 años. 21 mil 787 son mujeres y 26 mil 838 hombres. Es importante señalar que los comparativos de las últimas estadísticas apuntan a una edad progresivamente más temprana para migrar y a un aumento de mujeres, tendencia que se ha mantenido en los últimos meses en la región.
Frente a este panorama, se ve con esperanza esta Declaración que retoma los tratados internacionales y los varios instrumentos regionales que en la historia reciente se han realizado entre los países de la región para abonar a una protección integral de la niñez y la adolescencia migrante.
Particularmente, el documento incluye en seis puntos aspectos como “diseñar e implementar mecanismos para la recopilación de información y datos desagregados por edad y sexo de niñas, niños y adolescentes en contextos de migración”, lo que apoyaría a los tomadores de decisión a diseñar y focalizar políticas públicas acordes con los perfiles y necesidades particulares -actualmente tan variados- que se presentan en los flujos migratorios actuales.
Asimismo, menciona entre sus intenciones “capacitar a las personas encargadas de brindar asistencia y atención a las niñas, niños y adolescentes migrantes y refugiados, para incluir formación especializada con perspectiva de género e interseccional, entendida esta como la interconexión de múltiples formas de discriminación, exclusión y desigualdad, a efectos de atender las necesidades particulares de grupos en situación de vulnerabilidad en contextos de migración”.
De la misma manera, como punto importante señala la necesidad de “gestionar la atención coordinada de los Estados, la sociedad civil y los organismos internacionales, incluyendo las organizaciones de derechos de las mujeres, con el compromiso permanente de atender las causas estructurales de la migración irregular, reduciendo los riesgos y las vulnerabilidades a los que se enfrentan las niñas, niños y adolescentes”. Sin ignorar que las causas estructurales son fundamentales para ser atendidas, hay que reconocer que éstas son situaciones que solo pueden ser modificadas en el largo plazo, mientras tanto es importante no perder de vista la atención inmediata a las mujeres y a las niñas que están migrando por ser víctimas de múltiples violencias que viven en sus países de origen. Y es importante la mención a las organizaciones de la sociedad civil pues son quienes tienen un papel importante en la atención directa de estas mujeres y niñas en los países receptores.
Otro aspecto relevante que marca esta Declaración es “avanzar en la necesidad de eliminar barreras legales o administrativas que puedan impedir a niñas, niños y adolescentes migrantes, refugiados, solicitantes de asilo y apátridas, en cualquier situación y contexto de migración, disfrutar de derechos humanos en igualdad de condiciones con las niñas, niños y adolescentes nacionales de los países de acogida, como los relacionados con la educación y la salud”, además del reconocimiento del derecho a la identidad.
Finalmente, uno de los puntos medulares de la declaración es el reconocimiento de “avanzar en la flexibilización dentro de los procesos migratorios para eliminar las restricciones legislativas y burocráticas que impactan en el ingreso regular por diversos motivos, incluyendo la reunificación familiar”. Si tan solo este último punto fuera la guía de las políticas migratorias de los países de la región tendríamos una historia diferente a lo que vemos en la realidad que son cada vez más niñas, niños y familias hacinadas en los albergues para migrantes en México en espera de su oportunidad de llegar a Estados Unidos donde en una buena parte de los casos se encuentran sus padres, y mientras tanto están expuestos a situaciones de vulnerabilidad y violencia por parte del crimen organizado y agentes del Estado encargados de impedir su tránsito por México, como el Instituto Nacional de Migración, Marina, Guardia Nacional, entre otras.
Reconocemos la importancia de esta Declaración que, aunque no tiene un carácter vinculante, esperamos permee en las políticas de los Estados de la región y sus principios se convirtieran en los ejes de trabajo de nuestros gobiernos.