El gobernador de Texas, Greg Abbott, tiene muy claro qué significa rentabilidad política y bajo esa premisa continúa su carrera de odio contra los migrantes que cruzan la frontera por su estado.
A tal nivel ha llegado su obsesión que la semana pasada envió varios autobuses a Washington, la capital de Estados Unidos donde “la administración Biden podrá atender de manera inmediata las necesitas de la gente a la que se le está permitiendo cruzar la frontera”, argumentó el Abbott.
No conforme con esta acción, provocó un verdadero caos en la frontera de México y Estados Unidos, al exigir revisiones exhaustivas a todos los camiones que intentaban pasar por su estado.
Su argumento era que tenía que aumentar las medidas de control migratorio y seguridad fronteriza para prevenir el trasiego de drogas y el cruce de inmigrantes sin documentos.
La semana pasada, Abbott se dedicó a firmar memorándums de entendimientos con los gobernadores de los estados fronterizos de Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila y Chihuahua, para comprometerlos a aumentar la seguridad en sus regiones.
El texano recibió la presión de Washington y México, a través de los líderes en ambos Senados, quienes le exigieron detener las inspecciones que frenan las relaciones comerciales de ambos países.
Solo hay que recordar que entre México y Texas existen más de 2 mil kilómetros de frontera y 28 cruces y puentes internacionales activos. El flujo comercial de esta franja es mayor a los 440 mil millones de dólares.
Más caravanas
El nerviosismo y la inquietud crecen en la frontera, pues saben que el plan de eliminar la aplicación del Título 42 provocará que muchos migrantes inicien su marcha al norte de México para intentar solicitar asilo.
Lo que es cierto también es que las organizaciones que ayudan a los migrantes en sus procesos están rebasadas y sin los recursos tan prometidos por el gobierno de Estados Unidos para apoyar en las peticiones de asilo.
Así que, nuevamente, los migrantes están a merced de los gobiernos que poco interés tienen en sus condiciones, pero sí ven en cada acción un punto a su favor en su futuro político.
Greg Abbott, republicano y conservador, hace su apuesta pues sabe que este año habrá elecciones intermedias en Estados Unidos, y en un año, la carrera por la presidencia podría abrirse para él.
En las decisiones migratorias, “todo es política”, nos insiste EmiliotGarcía, del centro comunitario de San Bernardino. Y sí, así es.
