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El incierto futuro del imperio (Estados Unidos)

El crecimiento de la derecha en Estados Unidos ha generado una alta tensión política, sólo comparable con los momentos previos a la Guerra Civil

Estados Unidos ha sido el vecino gandalla de la región Latinoamericana. En su corta vida como Nación, el experimento estadounidense sostiene mucho de su economía y cohesión política interna a partir de las crisis que afectan al resto del mundo. Así, su autoproclamación como héroe de la guerra, titán de la prosperidad y guardián de la paz global le ha servido para intervenir en la mayoría, si no en todas, las economías y procesos políticos del mundo.

Y México lejos de ser excepción, ha lidiado con este modelo desde su fundación:

  • Nos robaron el territorio
  • Nos impusieron un acuerdo económico (llamado TLC) que fue una desgracia para nuestro país por muchos años y
  • Hoy nos imponen una política de contención migratoria que nos obliga a tratar con el pie a nuestros vecinos del Sur.
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Pero más allá de las fobias que esta historia puede generar, vale reconocer que la otra parte del modelo de gestión del poder norteamericano se sostiene de la brecha económica entre ricos y pobres, la segregación racial y la compleja tubería que conecta a las personas racializadas, con el consumo de drogas, la violencia y el encarcelamiento en ese mismo país.

No hay que olvidar que Estados Unidos tiene hoy encarcelada al 15% de la población en prisión de todo el mundo.

Y todo lo anterior es para decir que en el 2022, tanto internacional como nacionalmente, el agua se le está metiendo a este barco norteamericano.

¿Qué pasa con Estados Unidos?

A nivel internacional, el esparcimiento de la ola democrática progresista en América Latina, con sus propias contradicciones pero con una clara línea de romper con la dependencia de los Estados Unidos, ha obligado a las Administraciones de Trump y Biden a aceptar los triunfos y aprender a renegociar con Bolivia, Honduras, México y Venezuela, donde recientemente tuvo que aceptar una nueva derrota electoral. Y en el otro lado del Pacífico, Rusia y China se fortalecen a paso rápido en la región y el mundo.

Y en su casa, el crecimiento de la derecha, encabezada por el neofacismo utlraconservador, desenmascarado y empoderado de Donald Trump, ha generado una alta tensión política, sólo comparable con los momentos previos a la Guerra Civil de ese mismo país.

Frente a este panorama, luego de una cruenta batalla (aún no terminada) por recuperar el Gobierno, los demócratas no alcanzan a recuperar el liderazgo global y lejos de ello, cada día crece la amenaza del regreso del trumpismo, por vía del propio Trump o de sus hijos o hija, o la posibilidad de que un candidato mucho más cargado a la izquierda como Bernie Sanders pueda tomar el mando.

Sea cual sea el panorama, lo cierto es que ha sido un grave error del establishment de aquél país no accionar frente a las crisis económicas y de derechos dentro y fuera de los Estados Unidos. Y aún mucho más equivocado es no querer reconocer que la radicalización de la política es indicador claro de que tanto conservadores como progresistas coinciden cada vez más en que el modelo de gobierno no funciona. Que el Gobierno de este país pasó de ser referente de derechos a ser modelo de fracaso. Que el centro ya no es estrategia de cohesión, sino continuidad de la opresión.

El imperio necesita un cambio de rumbo

Forzar el centro político frente al vendaval de descontentos e irritaciones causadas por la pandemia del Covid-19, la creciente violencia y la lucha de las mujeres y las personas de color sólo fortalecerá la oposición internacional y generará más unidad entre el conservadores y progresistas del pueblo para mover a los de arriba.

Postdata que lo invita a leer sobre las recientes victorias de los migrantes indígenas organizados en Nueva York y a disfrutar de La Hora Sonidera, donde cada semana el Molino Informativo entrevista y presenta la música de los sonideros viviendo en Nueva York.