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OPINIÓN | 2022: Las preguntas del millón

¿Debates donde son desvirtuadas las organizaciones autónomas? ¿Ellas no trabajan para el pueblo?… Esas son las preguntas del millón.

En el 2022, la tarea de organizarse de forma autónoma pasa por un momento crítico en México. 

El Gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador promueve la narrativa de un antes y un después de su Gobierno y ha criticado con fuerza a las “organizaciones” en México, diciendo que muchas de ellas que son “independientes, pero del pueblo”. Ha dedicado horas enteras a mostrar las fuentes de financiamiento de varias asociaciones civiles, a comprobar la oposición histórica de èstas a su proyecto; y su distanciamiento de las causas de los pobres. 

Por si fuera poco, también ha señalado a las organizaciones autónomas en pueblos y comunidades rurales e indígenas como enemigas del pueblo a partir de que son radicales que están “más cercanas a la derecha que a la izquierda”.

Este asunto parece una discusión necesaria e importante. Por ejemplo, está comprobado que el crecimiento de las asociaciones civiles legalmente constituidas en México está relacionado con el impulso del neoliberalismo y su marco normativo, que impulsó que la sociedad se hiciera cargo de lo que el Estado dejaba. 

También es cierto que en México que la mayoría de las organizaciones que reconocemos en el debate público en México además de estar en la CDMX, muchas de ellas tienen vínculos con financiamientos internacionales y/o del sector privado, mayoritariamente empresariales, muchas veces vinculados a algún partido político. ¿Pero eso son la mayoría de las asociaciones, cooperativas, colectivos, frentes autónomos y redes en México? Y más importante:

¿Estamos frente a un debate serio de la participación ciudadana en la democracia? 

Para responder a estas preguntas del millón, permítame compartirle algunos datos: 

  • Primero, de acuerdo con el Centro Mexicano para la Filantropía y el Instituto de Desarrollo Social, en México existen en promedio 3 organizaciones por cada 100 habitantes, lo cual es muy poco comparado con otros países, como Estados Unidos, donde las ONGs representan el 10% del PIB. Estamos muy lejos de que las organizaciones registradas frente a la ley representen una amenaza de cualquier tipo. 
  • Segundo, la gran mayoría de las organizaciones registradas en México se concentran fuera de la Ciudad de México, casi ninguna está autorizada para recibir donativos deducibles de impuestos y la gran mayoría se dedica a proveer servicios. Estamos lejos de una invasión de intelectuales pagados por la derecha y muy llenos de gente con buenas intenciones. 
  • Tercero, la gran mayoría de los donantes individuales en México son empresarios mexicanos relacionados con la 4T, tales como Carlos Slim o instituciones de asistencia pública como el Nacional Monte de Piedad. El número de organizaciones recibiendo fondos internacionales es poco.

Pero además de los números, es importante destacar que si bien es cierto que las organizaciones registradas crecieron bajo el marco normativo del neoliberalismo mexicano, el origen de la participación ciudadana organizada es tan viejo y legítimo como la creación del Estado Mexicano.

OPINIÓN | Portales transfronterizos

Sin la lucha de las organizaciones autónomas el Estado Mexicano no sería lo que es

El triunfo de MORENA y el principio del fin del neoliberalismo no puede explicarse sin la lucha de organizaciones populares y brigadas de educación; y lucha social desde el periodo revolucionario y hasta hoy; con organizaciones de educación popular como IMDEC en Jalisco, observatorios de derechos Humanos como Fray Matías de Córdova en Tapachula; organizaciones comunitarias como la Asamblea Popular de Familias Migrantes o el Centro de Derechos Humanos Tlachinollan en Tlapa, Guerrero. 

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Y también existen miles de pequeñas asociaciones civiles y grupos autónomos en comunidades rurales e indígenas que hacen trabajo comunitario; muchas veces, sin recursos y presionando por un cambio desde la conciencia o desde la presión de los gobiernos neoliberales. 

Cierto es, que el marco neoliberal favoreció que individuos y sectores sociales funcionales a los gobiernos de entonces; y a la iniciativa privada crearan sus organizaciones para avanzar sus ideales sociales y existen evidencias suficientes para decir que hoy, entre las organizaciones sociales, conviven agendas y personas lo mismo de derecha que de izquierda bajo un falso manto de legitimidad y pureza moral. 

Por eso no es sorpresa que el Presidente López Obrador pinte su raya y marque distancia. Muchas de estas organizaciones registradas no se sumaron a la lucha democrática del pueblo campesino, obrero, estudiantil y urbano-marginado. Tenían la panza llena e intentaron resolver los problemas del país por vía de la incidencia y el diálogo con el Gobierno. 

Las organizaciones autónomas están siendo desvirtuadas por la 4T

La posibilidad del debate serio se cae cuando Presidente propone temas importantes y desde el principio use la tribuna poderosa del Ejecutivo para desvirtuarlos, generalizar y cargar de juicios los temas desde el principio en lugar de dar pie a una discusión donde todos y todas podamos revisar, opinar y proponer. Sobre todo cuando se trata de asuntos como la acción ciudadana independiente y su papel en la construcción democrática en México. No es chiste. 

Gran deuda acumula la 4T al no reconocer, dialogar y trabajar con la sociedad civil históricamente comprometida. Deuda no sólo con el pasado, sino con las organizaciones y colectivas autónomas que hoy están surgiendo para enfrentar los problemas que enfrentan hoy las comunidades en la realidad y se organizan para luchar por una transformación más radical de lo que esta gestión federal puede alcanzar con todo su poder.   

Mi respuesta a la pregunta del millón es que en materia de organizaciones, el Estado está impulsando un falso debate en una sola dirección. 

Dependerá de todos aprovechar el momento para una discusión seria que impulse la construcción de un nuevo marco para la acción ciudadana autónoma y autogestiva; que camine a la par del gobierno cuando las causas y estrategias coincidan, pero que no tenga empacho en criticar cuando no estén de acuerdo. 

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