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El lenguaje como forma de violencia contra las personas migrantes

Las palabras importan, ninguna palabra es neutra, en muchas de ellas es posible notar violencia contra grupos como los migrantes

Existe una tendencia a visibilizar solamente las manifestaciones más evidentes de la violencia que viven las personas migrantes: secuestros, trata de personas, desapariciones, violencia sexual asesinatos, agresiones por parte de pandillas y del crimen organizado. Parece que la única violencia que cuenta es la directa, la física, la que es visible. Sin embargo, la violencia directa está siempre respaldada por violencia estructural y simbólica. Estos tipos de violencia generalmente permanecen invisibilizados a pesar de su gravedad.

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Una manifestación de la violencia simbólica se percibe en el lenguaje. Siempre la manera en la que nombramos las cosas refleja elementos simbólicos, culturales y sociales que están detrás del pensamiento con el que interpretamos el mundo. Así, las creencias que tenemos y que forman el lenguaje, legitiman y respaldan la violencia directa y políticas migratorias dañinas. Las palabras importan, ninguna palabra es neutra, todas traen consigo connotaciones positivas o negativas.

Por ejemplo, el referirse como “ilegal” a personas migrantes irregulares o no documentadas refuerza el discurso que las criminaliza y deshumaniza. Se consolida la falsa idea de que migrar es un delito, a pesar de que migrar es un derecho y entrar a México en condiciones precarizadas es consecuencia de diversos factores económicos y políticos que orillan a las personas a buscar alternativas.  Al categorizar a este grupo de personas en búsqueda de una mejor vida como delincuentes se justifica el uso de medidas punitivas y el uso de la fuerza en su contra.

La violencia contra los migrantes también tiene que ver con las palabras

Otra forma de violencia en el lenguaje es el uso de eufemismos. Los eufemismos se usan principalmente por autoridades gubernamentales y son una forma de manipulación social ya que se utilizan para disfrazar la realidad. El discurso migratorio en México se basa en gran medida en eufemismos para camuflar una política migratoria enfocada a la contención y deportación y justificar violaciones a los derechos humanos.

  • Rescatar
  • Asegurar
  • Alojar

Estos son términos usados por autoridades migratorias para referirse a acciones que privan de su libertad a las personas.

Palabras más apropiadas serían:

  • Detención
  • Encarcelamiento o
  • Privación de la libertad.

Asimismo, se les llama estaciones migratorias a pesar de que son cárceles para mujeres, hombres, niñas, niños y adolescentes migrantes. Una mejor forma de denominarlas sería “centros de detención”. Lo mismo ocurre en algunos “albergues” del DIF en donde la niñez es “alojada” a pesar de que no se les permite salir.

De igual manera, los “retornos voluntarios” hacen creer que la persona migrante decidió por voluntad propia regresar a su país de origen; la verdad es que, en muchas ocasiones, son forzados a través de amenazas o agresiones a aceptar el retorno voluntario.

Las autoridades pretenden presentar una narrativa en donde agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) y de la Guardia Nacional están salvando y rescatando a las personas migrantes cuando las detienen y las deportan sin considerar si su vida peligra al ser retornados a sus países de origen —acción que va en contra del derecho internacional humanitario.

Autoridades deben intervenir

Las autoridades pretenden presentar una narrativa en donde agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) y de la Guardia Nacional están salvando y rescatando a las personas migrantes cuando las detienen y las deportan sin considerar si su vida peligra al ser retornados a sus países de origen —acción que va en contra del derecho internacional humanitario.

Así, los conceptos utilizados contradicen la realidad. Detrás de un discurso de protección se esconden acciones que discriminan, criminalizan y obstaculizan la búsqueda de las personas de un entorno seguro y mejores oportunidades de vida.

Aunque pudiera parecer que las manifestaciones más evidentes de la violencia son lo más grave, en realidad la construcción de un discurso que disfraza a la realidad y al mismo tiempo los:

  • Criminaliza
  • Termina por alimentar la violencia contra las personas migrantes y
  • Legitima una política migratoria que no respeta los derechos humanos.