Cada año, durante el Adviento nos preparamos con oraciones y con mucha reflexión y amor para la llegada de Jesús en Navidad. Así, Él y la Sagrada Familia encontrarán un hogar cálido que lo recibirá con los brazos abiertos.
Tradicionalmente, una de las costumbres en esta época del año es armar la tradicional corona. Además, durante cada uno de los cuatro Domingos de Adviento es necesario repetir algunas oraciones. A continuación te presentamos una oración para cada uno de estos días de preparación espiritual.
Oración para el primer Domingo de Adviento
Señor Jesús, en este tiempo de Adviento te rogamos que nos concedas un corazón vigilante, lleno de esperanza y amor por tu venida. Inflama nuestros corazones, Espíritu Santo, para que llenos de valentía permanezcamos alertas y volcados en amor hacia nuestro prójimo, esperando tu llegada. Amén.
Para el segundo Domingo
Padre bueno, concédenos poder preparar el camino del Señor y enderezar las sendas de nuestras vidas. Permítenos ser tierra buena, por la que pueda caminar a sus anchas tu Hijo amado. Danos un corazón que escuche tu Palabra para poder convertirnos.
No somos dignos de que Jesús nos habite, pero Tú puedes convertirnos en un hogar cálido y limpio para Él. Te lo pedimos en el nombre de Nuestro Señor Jesús, en el poder del Espíritu Santo. Amén.
Para el tercer Domingo de preparación
Señor Jesús, con humildad te pedimos que nos capacites para ser fieles testigos de ti, que eres la Luz. Danos la fuerza de tu Espíritu, para que amando como Tú, entregando la vida en servicio, perdonando setenta veces siete, amando al que nos ofende, yendo por el mundo derramando misericordia sin límite, glorifiquemos a nuestro Padre y seamos invitación viviente para seguirte. Amén.
Oración para el cuarto y último Domingo de Adviento
Amado Padre, con el corazón contrito y humillado, te rogamos nos concedas el poder dar a luz a tu Hijo amado en medio del mundo. Que así como nuestra santa Madre María te dijo “¡Sí, hágase en mí tu palabra!”, podamos hacerlo y llevar a Nuestro Señor a todos los rincones de nuestro mundo personal, a todas las relaciones y ámbitos.
Llénanos de gracia, consuélanos con tu presencia y destierra el miedo que nos impide abrazar sin límites el Evangelio. Amén.
Con información de Desde la Fe