Por el gusto de explorar o por necesidad, siempre hemos migrado, en lo particular, Latinoamérica siempre ha sido una tierra fértil en cuanto a migración. Una región de caminantes y navegantes temerarios que han atravesado fronteras, cordilleras, valles, mares y desiertos hasta tocar tierras prometidas, ya sea con los pies mojados o los zapatos cubiertos de polvo.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), su historia es una secuencia de flujos migratorios. Estos van desde la migración extranjera –en su mayoría procedente de una Europa arrasada por guerras devastadoras– hasta el desplazamiento de sudamericanos hacia países desarrollados.
Datos del Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD) muestran que entre 2010 y 2019 el número de inmigrantes en la región aumentó 66%. Mientras, el número de emigrantes creció apenas 26%. Estos aumentos se deben, principalmente, al reciente desplazamiento de venezolanos fuera de su país.
Sin embargo, los flujos de El Salvador, Guatemala y Honduras hacia los Estados Unidos también tuvieron una incidencia importante en dichas cifras. Solo que en estos casos, según cálculos de la ONU, apenas uno de cada cinco migrantes logra llegar a su destino. El 80% resulta detenido antes por las autoridades mexicanas o estadounidenses.
Estos números dan cuenta de que en Latinoamérica no se ha dejado ni dejará de migrar, esto a pesar de las restricciones de movilidad impuestas por los gobiernos regionales para cerrarle el paso al virus SARS-CoV-2. No obstante, la pandemia sí precarizó aún más las frágiles condiciones en las que ya migraban los latinos.
Migración Latinoamérica cambió por la pandemia
Un recuento realizado por Distintas Latitudes encontró que, debido al coronavirus, todos los países de la región cambiaron, en mayor o menor medida, sus políticas migratorias. Mientras los primeros aeropuertos abrieron sus puertas a vuelos internacionales a mediados de 2020, los pasos terrestres continuaron cerrados para los migrantes.
Estas medidas desaceleraron los éxodos masivos pero no los frenaron del todo. Miles de personas siguieron migrando impulsadas por el deterioro de la vida en sus territorios. Solo que, debido a que los gobernantes han tratado de “blindar” los puntos limítrofes de sus países, ahora la mayoría de los migrantes se desplazan por caminos irregulares.
La pandemia terminó por reforzar, además, un notable viraje en los países de destino. El “sueño americano” que tantos llegaron a alcanzar en el pasado parece ahora algo ajeno y lejano para las nuevas generaciones, que cada vez apuestan más por México.