Con todos los asegunes que tiene el Paquete Económico 2020, y que son muchos, la mayor revelación que trae es que el país necesita una reforma fiscal integral que por un lado garantice un flujo suficiente y sostenible de ingresos y, por el otro, reacomode el gasto público con mayor transparencia y rendición de cuentas.
Como van las cosas y la tendencia viene de hace varios años, es inevitable que el país tenga una crisis económica de grandes dimensiones por la insostenibilidad de las finanzas públicas.
En el pasado esas crisis se evitaron, o con los precios del petróleo arriba de 100 dólares o pidiendo prestado.
Hoy, el petróleo ya no es la salvación porque, aunque suba de precio el país ya no produce lo suficiente; la deuda tampoco, porque en las circunstancias actuales México ya no tiene mucho margen de endeudamiento.
Los gobiernos no han querido hacer una reforma fiscal integral. Unos, porque simplemente no la necesitaban ya que el país se financiaba, o con petróleo o con deuda; otros, porque no pudieron ya que no tenían mayoría en la Cámara de Diputados.
Hoy, este gobierno no tiene petróleo ni posibilidades de endeudamiento, pero sí tiene mayoría en la Cámara de Diputados. Hoy, puede, pero hasta ahora, no quiere.
El resumen para 2020 es sencillo: Los ingresos estimados llegarán a 21% del Producto Interno Bruto, 0.4 puntos menos que al cierre de 2019; los gastos ascenderán al 23.2% del PIB, 0.8% más que en 2019. El déficit es de 2.2% del PIB.
Los gastos del gobierno son mayores que los ingresos y la tendencia parece irreversible sin reforma fiscal integral.
Es verdad que, si le quitamos al gasto el pago de los intereses de la deuda y las pensiones, el gobierno tendrá un superávit primario de 0.7% del PIB. El citado superávit se produce si de los gastos quitamos aquellos egresos que el gobierno no puede controlar como son los intereses de la deuda y las pensiones.
Es una buena señal, pero no suficiente, que haya superávit primario.
Como quiere que sea, todo parece indicar que los ingresos podrían ser mayores porque están calculados con un crecimiento económico de entre 1.5 y 2.5%, lo cual es claro que no se dará y eso significaría menos ingresos.
Por lado del gasto hay poca tela de donde cortar. La “austeridad” del gobierno es un recorte hecho con machete cuando debió hacerse con tijera.
Estamos ante un paquete económico que sobrestima los ingresos y que el gasto lo dirige hacia rubros no rentables; donde se cae la inversión publica y donde las señales que manda es que el crecimiento esté en un lugar abajo en las prioridades del actual gobierno.
En 2020 no habrá crecimiento económico mayor al de 2019; la inversión privada no se reactivará porque las señales que este gobierno produce son contrarias a lo que la prudencia recomienda como marco básico para invertir.
Y en el 2021 el margen de maniobra se habrá acabado, a menos que el secretario de Hacienda Arturo Herrera convenza a su jefe que sin reforma fiscal integral, la 4t no tiene futuro.
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