Dicen que vienen desde el ombligo de la tierra, de donde han salido con permiso de Dios y de los hombres, para bailar toda la noche, tomar aguardiente y convivir con sus seres queridos, como lo hacían en vida.
Se hacen llamar ‘huehuentones’ o ‘chaxo-o’, porque brotan desde el centro del mundo, y son probablemente los personajes más importantes de la cultura mazateca.
De acuerdo con las tradiciones de la región Cañada del estado de Oaxaca, estos hombres enmascarados son las almas de los difuntos, quienes con motivo de las celebraciones de día de muertos tienen permiso de volver a la tierra para convivir con su familia y su comunidad.
La fiesta, que formalmente inicia el 27 de octubre y finaliza el 5 de noviembre, es la expresión máxima de las costumbres y tradiciones de este grupo indígena, que mira el mundo desde lo divino y lo místico.
Este año los ‘chaxo-o’ han decidido hacer una parada extra en su camino, antes de adentrarse en la tranquilidad sierra, visitaron el barullo de la Ciudad.
Un pueblo mágico
Engalanados con mascaras talladas por los artesanos mazatecos, o con disfraces improvisados de Donald Trump, un grupo de 12 ‘huehuentones’ bailó este domingo en Xochimilco, Ciudad de México.
El objetivo, señala su organizador, es rescatar las raíces de su pueblo “primero vamos con nuestra gente, que es mucha en la ciudad, luego queremos mostrarlo a los demás”, señala.
Y es que los mazatecos son el tercer grupo indígena con mayor presencia en la Ciudad de México, su lengua y ahora sus tradiciones buscan un lugar entre los grandes edificios y el tráfico de las avenidas.
Para la celebración del “Segundo encuentro de Chajma Chaxo-o, Huehuentones“, se requirió del apoyo de la comunidad mazateca en la CDMX, así como las autoridades de Huautla de Jiménez, Oaxaca, municipio declarado como Pueblo Mágico en 2015.
Fue así como por cinco horas grupos que viajaron desde Oaxaca en compañía de sus familiares, así como agrupaciones de oaxaqueños que radican en la capital del país, entonaron sus mejores piezas e hicieron bailar y vibrar a su gente.
En el evento, donde además se degustó el tradicional ‘atole agrio’ de la región, los mazatecos demostraron que son un pueblo alegre y compartido.
Paulino Hernández, organizador del encuentro, dijo en entrevista para Conexión Migrante, que todo fue organizado por ellos, pues pese a las solicitudes, las autoridades de la delegación Xochimilco y la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, se negaron a apoyarlos si quiera con las lonas, tarimas e iluminación.
“La tarima yo la conseguí, el audio y la lona también. Por ese foco me cobraron 600 pesos“, detalló.
La tradición
La riqueza de esta tradición indígena, radica la gran cantidad de elementos que se utilizan para su celebración.
Todo el festejo es parte de un ritual sagrado, que demuestra su cosmovisión de la vida y sobre todo de la muerte.
Por eso, para el día 27 de octubre los panteones deben estar listos y limpios, en la iglesia también se pide una bendición especial, de manera que Dios bendiga las almas que estan por iniciar su viaje hacia la tierra.
En los palacios municipales también se reúnen los chaxo-o, pues sólo bailarán si las autoridades de la tierra y el cielo se los permiten.
Las ofrendas también comienzan a montarse en los hogares, distinguiéndose de entre otras por dos arcos de flores que van de lado a lado del altar, así como la comida típica de la región.
Las velas de cera virgen tampoco faltan, pues ellas alumbrarán el camino de los difuntos.
Ya en su paso por la tierra, los huehuentones bailaran todas las noches, por una semana entera, pasando casa por casa de su pueblo o comunidad.
Ahora los oaxaqueños de la caña esperan con ansias el inicio oficial de sus fiestas, esas donde el aguardiente, el ‘atole agrio’, la música, las máscaras y el licor maracuya no pueden faltar.