Fernando tiene 16 años y desde hace dos se dedica al tráfico de migrantes en la frontera entre Tamaulipas y Texas. Ya ha sido deportado en tres ocasiones por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, mejor conocida como Patrulla Fronteriza, pero dice que seguirá en el negocio debido a la buena paga que recibe: alrededor de $70 dólares por persona que pasa, siendo que en una semana cruza tres veces el Río Bravo con grupos de hasta diez.
Él es uno más de los llamados “polleritos” o “coyotitos”, niños y adolescentes reclutados por grupos del crimen organizado, cuya mayor ventaja es que por ser menores de edad, las autoridades de Estados Unidos no les fincan responsabilidades penales y su única sanción es la deportación a México. Las autoridades los llaman “menores de circuito” y los relacionan con el tráfico de personas y drogas.
De acuerdo con un informe en 2014 del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), 38% de los menores migrantes mexicanos no acompañados detenidos en Texas fueron reclutados por grupos delictivos para realizar esta actividad.
En tanto que entre 2010 y 2014, fueron detenidos 158 menores acusados de cruzar migrantes de forma ilegal al territorio norteamericano, según la Procuraduría General de la República (PGR).
Fernando ingresó a esta red ilegal por invitación de un familiar; comenzó como “halcón” para notificar la presencia de policías y militares estadounidenses cerca del río que sirve de línea divisoria entre ambos países, una valiosa información para quienes cruzan a los migrantes. Pronto se dio cuenta que podría aumentar sus ingresos y, con la anuencia de sus padres, se lanzó como “pollerito” luego de haber recibido un adiestramiento en la actividad; trabaja para unos jefes que, a su vez, reportan a otros jefes.
Las siguientes preguntas fueron respondidas por el Doctor Óscar Misael Hernández Hernández, académico de El Colegio de la Frontera Norte (Colef).
¿Cuánto ganan por estas actividades?
Sus compensaciones varían, algunos nos comentan que pueden ganar entre 50 y 70 dólares por cada persona que logren pasar; no tenemos datos para el caso del tráfico de drogas, sabemos que en ese tipo de actividades les pagan por viaje o por mochila
El ingreso va a variar según el número de migrantes y de viajes que realizan por semana, unos comentan que viajan hasta tres veces por semana con grupos de hasta diez personas. Haciendo multiplicación sería bastante redituable hacer estas actividades, por supuesto la frecuencia con que se hace no es tan constante cada semana, sobre todo ahora que se ha incrementado la seguridad fronteriza a propósito de la administración del presidente Donald Trump.
¿Qué edad tienen los ‘polleritos’?
En la frontera de Tamaulipas hemos identificado que oscilan entre los 14 y los 17 años; hasta ahora hemos identificado que se trata de varones, no de mujeres como en el caso de la frontera sur de México, aunque hay casos excepcionales, por ejemplo, un trabajo novedoso en el valle de Texas ha identificado algunas mujeres que no son mexicanas, sino texanas.
¿Cómo identifican a estos menores?
Son chicos que constantemente llegan a los albergues de los Camef en la frontera; son detenidos por la Patrulla Fronteriza, que son repatriados. Hemos identificado que son chicos residentes en colonias o sectores populares y —no en todos los casos, pero sí en muchos—, cuyas familias saben que se dedican a este tipo de actividades porque a partir de ellas contribuyen a la economía familiar.
¿Es peligroso?
Estamos frente a un severo problema porque se trata de los nuevos recursos humanos que están reclutando algunos grupos delictivos en México. La filosofía que tienen estos grupos en el país es que estos recursos humanos son desechables, no solamente baratos, sino desechables y reemplazables fácilmente, porque las carencias y necesidades económicas son muchas y las aspiraciones simbólicas, aunque sean fugaces, son muy demandadas.
La manera de pensar de muchos jóvenes ante estas crisis económicas y espirituales es “vive bien unos años, aunque mueras joven”.
Es muy preocupante que se esté dando este fenómeno y más preocupante aún es que el Estado mexicano no esté diseñando o instrumentando programas orientados a esta población. La idea no es seguir con discursos de protección de la niñez migrante, la idea es generar políticas y programas de atención a la niñez en general, solo de esta forma se podría prevenir este lamentable fenómeno.
¿Es fácil que puedan salir de estas redes?
La experiencia de algunos jóvenes ex menores de circuito es que lograron salir de estas redes, pero no es tan sencillo. Para ellos es complicado porque la dependencia económica es grande, una forma de vida importante porque se gana mucho en poco tiempo, a pesar de que el riesgo es muy alto.
El otro asunto es que es complicado dejarlo porque las personas para quienes trabajan no les conviene que alguien como ellos los deje porque tienen información que, de ser divulgada, podría jugar en su contra.