Con la disminución en el flujo migratorio que llega a la frontera norte se ha venido registrando un nuevo reto. Ahora albergues de Tijuana se transforman para expandir su radio de atención.
Para mantenerse operativos y continuar sirviendo a la comunidad, organizaciones han ampliado sus servicios abriendo sus puertas al público en general.
Disminución de la población en los albergues
A poco más de dos meses de que Donald Trump canceló el programa CBP One, la población en los albergues de Tijuana ha disminuido drásticamente, espacios que llegaron a darle techo y alimento a más de cien personas, hoy en día no llegan ni a los 20 residentes.
José María García Lara, director de Movimiento Juventud 2000 destacó que pese a la reducción de la población, no cerrarán las puertas.
Recordó que el trabajo que realizan inició hace varios años y que no aunque hoy en día sea poca la gente que atienden, en cualquier momento podría reactivarse el flujo migratorio.
Albergues de Tijuana se transforman en apoyo a otros grupos vulnerables
Entre las labores alternas que realizan espacios de acogida para personas migrantes, destacan acciones como las desarrolladas por Border Line Crisis Center.
El albergue que también presenta una disminución de mujeres migrantes en sus instalaciones, se hace partícipe en programas de atención a otras mujeres vulnerables.
Ejemplo de esto es la reciente campaña “Belleza con Propósito” en la que se apoyó entregando artículos de higiene personal a mujeres en situación de calle.
Dentro de este sector que va en aumento se encuentran otras mujeres migrantes sin hogar e incluso usuarias de drogas.
De albergue a Centro Comunitario
La Casita de UT, reconocida por brindar protección y apoyo a mujeres trans, miembros de la comunidad LGBTQ y personas migrantes, ha incorporado servicios adicionales dirigidos a la comunidad local.
El lugar dejó de brindar refugio temporal, en parte, gracias a la reducción de recursos económicos, sin embargo las instalaciones son empleadas ahora como espacio de aprendizaje para quienes fueron sus residentes y personas interesadas en involucrarse.
“Ya no podemos recibir personas porque no tenemos el recurso, los alimentos para darles, pero ¿Qué hacemos? Aunque quisiéramos seguir apoyando nos detenemos porque no tenemos como solventar esos gastos”, declaró Susana Barrales, directora del ahora centro comunitario.
Sin embargo si llegan personas que requieren algún servicio prioritario por su condición en movilidad, desde Casita de UT pueden ser canalizadas.
Evolucionando para volver a la actividad
Luego de años operando como un albergue de bajo perfil a fin de proteger la seguridad de sus residentes, Casa Arcoíris es otro de los espacios que optó por abrir sus puertas.
Si bien, pausaron su trabajo como albergue por casi dos meses, la organización reabrió sus puertas con un evento llamado Queer Mes.
Hoy esta organización ha evolucionado hacia un modelo de centro comunitario con una estructura organizativa horizontal, permitiendo una mayor participación de residentes y colaboradores en la toma de decisiones y en la creación de redes de apoyo.
“Los sábados ya viene un coro de mujeres diversas para ensayar, nos dejan una cuota de recuperación para el espacio y esa es una parte de la técnica con la que estamos trabajando para diversificar nuestros ingresos”, señaló Nicolasa Córdova, del equipo de administración.
De igual forma reiteró que aunque la crisis los mantuvo al borde del cierre total, están apostando por rescatar el proyecto.
Ágape Misión Mundial es otro de los albergues que actualmente está apostando por la posibilidad de convertirse en un centro comunitario para que personas externas se involucren con actividades generales.
Esta transformación de los albergues en Tijuana refleja una respuesta proactiva ante los cambios en las dinámicas migratorias.
Al adaptarse y ampliar su alcance, estas organizaciones no solo aseguran su continuidad, sino que también fortalecen el tejido social de la comunidad, ofreciendo espacios inclusivos y recursos valiosos para la población en general.