18 de marzo de 2025

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Zaida Guillén: La mujer que cambió vidas en Tijuana a través de la fe y el servicio  

La llegada de la población haitiana cambió la vida de Zaida Guillén quien ayudó a atender a más de 20 mil personas migrantes en su albergue.

Con una fe y una voluntad de hierro inquebrantable, Zaida Guillén dedicó años de su vida a recibir y apoyar a miles de migrantes en el albergue Embajadores de Jesús.  

Este trabajo, marcado por sacrificios personales y desafíos, convirtió a su comunidad en un espacio de esperanza para quienes buscaban un nuevo comienzo. 

Raíces de empatía definidas desde la infancia  

Zaida Guillén nació en Ciudad Juárez, Chihuahua dentro de una familia grande, 7 hermanos e hija de una docente que vivía en una lucha constante por defender sus derechos.  

“Mi mamá sacó adelante a sus siete hijos, lo cual agradezco infinitamente que haya sido una mujer valiente y nos haya podido sacar adelante a todos.  

A todos nos dio una buena educación, nos dio profesión, entonces es algo que valoro mucho y mi mamá ha sido un gran ejemplo para mí”, comentó.  

Reconociendo que no fue la mejor estudiante, Zaida reconoce a varios factores importantes y decisivos en su vida: Su madre, Jesús Terrazas, uno de sus profesores de la primaria y la Biblilia.  

Contra todo pronóstico, concluyó la primaria y secundaria. Además, inició su vida en el nivel medio superior, pese a que tanto su familia como ella misma, dudaba que lograra avanzar tanto.   

Mientras trabajaba en una planta maquiladora de su ciudad natal, fue impulsada por un amigo a concluir la preparatoria y entrar a la universidad. 

“Me vine a estudiar a la universidad de aquí de Tijuana, entonces mi amigo me dijo: ‘También cuando tú subas a este avión, olvídate de todo, que viviste en Juárez. Avanza’”, comentó.  

Tras terminar la licenciatura en Ciencias de la Comunicación, realizó una maestría en Educación para posteriormente iniciar su labor comprometida con Dios.  

El inicio de su misión: El encuentro con los migrantes 

El trabajo de Zaida Guillén con migrantes comenzó de manera espontánea, cuando abrió su hogar y la iglesia donde colaboraba a quienes no tenían un lugar donde refugiarse.  

La llegada de migrantes haitianos marcó el inicio de una labor que pronto sobrepasaría cualquier expectativa. 

Detalló cómo fue que tras reaccionar sobre la población haitiana que llegaba a Tijuana y la falta de espacio en uno de los albergues, la llevó a accionar.  

“Yo no la pensé dos veces y fui con mi carro y los trepé al carro y me lo llevé.  

Yo no entiendo cómo es que lo hice, pero ese es el corazón misericordioso que Dios pone nosotros no y me lo llevé” agregó. 

En un entorno donde las amenazas de vecinos y las carencias materiales eran constantes, Zaida Guillén nunca dejó que el miedo o la incertidumbre la detuvieran.  

Con el apoyo de donantes extranjeros y la comunidad local, logró transformar su espacio en un albergue capaz de acoger a cientos de personas.  

“No me preocupaba qué íbamos a comer o cómo vestiríamos; confiaba en que todo se resolvería”, declaró. 

Los desafíos eran inmensos: vivir en una zona marginada, sin servicio de agua pasar por inundaciones recurrentes que amenazaban con destruir todo hasta noches de insomnio organizando ayuda para las familias que llegaban.  

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A pesar de ello, Zaida Guillén veía en cada acto de servicio una oportunidad para crecer. 

“Ellos me enseñaron más de lo que yo les di”, reflexionó al recordar cómo sus experiencias con los migrantes enriquecieron su vida y le dieron una perspectiva renovada sobre la humanidad. 

Un legado de amor y sacrificio 

Con el tiempo, el albergue dirigido por Zaida Guillén se convirtió en uno de los más grandes de Latinoamérica, llegando a atender a más de 20 mil personas durante su periodo.  

En él desfilaron personas de diversas nacionalidades, desde centroamericanos hasta haitianos y musulmanes.  

Pero el impacto de su labor no fue sin costos personales. El agotamiento físico y emocional acumulado durante años de servicio la llevó a tomar la decisión de retirarse de la dirección del albergue. 

“Me olvidé de mí misma, de mi hija, y hasta de mi salud”, confesó Zaida.  

Recordó los días en los que apenas dormía o comía por atender a quienes más lo necesitaban.  

El cansancio físico y mental eventualmente la obligaron a dar un paso atrás. Zaida tomó la difícil decisión de dejar la dirección del albergue.  

Aunque sigue involucrada en actividades comunitarias y apoyando a las personas necesitadas desde otras trincheras.  

Hoy, vive con la satisfacción de haber marcado una diferencia y con la convicción de que cada acto de amor tiene un impacto duradero. 

Zaida Guillén es un ejemplo de cómo la fortaleza, el amor y la fe pueden transformar no solo las vidas de quienes reciben ayuda, sino también de quienes la brindan.   

La llegada de la población haitiana cambió la vida de Zaida Guillén quien ayudó a atender a más de 20 mil personas migrantes en su albergue.
Zaida Guillén. Foto: Alma Migrante

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