Cuando San Abel fungía como arzobispo de Francia fue atacado y calumniado por otro superior que ambicionaba su puesto.
San Abel sufrió mucho, sin embargo supo responder las afrentas de una forma poco común.
De acuerdo con el libro Vidas de los santos escrito por Alban Butler, el santo nació en Reino Unido y él fue el encargado de evangelizar a la región europea de Flandes, lo que hoy es Bélgica.
En esos tiempos también existió un líder militar de nombre Carlos Martel (martillo) quien fue el abuelo de Carlomagno.
Martel tenía un gran prestigio que se ganó por haber liderado la batalla de Poitiers (732 d.C.), en Francia.
Batalla donde se frenó la expansión musulmana en la Europa cristiana.
El líder militar codiciaba los bienes eclesiásticos lo que lo llevó a nombrar varios obispos y abades que le daban una buena parte de todos esos bienes.
Cuando murió, uno de sus hijos de nombre Pipino el Breve fue quien ocupó su trono y decidió acabar con la corrupción que había generado su papá. Fue gracias a eso que retiraron de su cargo al arzobispo Milo, el cual siendo Prelado de Tréveris había usurpado Reims.
San Abel fue designado para ocupar el cargo de Milo, pues tenía numerosas virtudes y era un gran conocedor de las escrituras.
Al estar enojado, el ex obispo Milo le hizo la vida de cuadritos a quien lo reemplazó en su función.
Milo hizo falsas acusaciones, calumnias, robo e incluso intentó matar a San Abel.
¿Cómo respondió San Abel a esas agresiones?
Por tres largos años, el santo soportó todos esos ataques y en lugar de responder a las agresiones, tomó la decisión de ir a un monasterio en Lobbes (Bélgica). Algo que era poco común dentro del clero.
Con esta acción San Abel entregó a la Iglesia su oración “para compensar lo que no pudo darle a través de su ministerio episcopal”.
San Abel continuó creciendo en santidad en medio del silencio y de lo escondido, hasta que un 5 de agosto, pero del año 770 murió.
Con información de aciprensa