02 de mayo de 2024
DOLAR: $16.99
Search
Close this search box.
02 de mayo de 2024 | Dolar:$16.99

Cruzando Líneas | Las masacres que nos pesan

He estado en muchas más escenas del crimen de las que me gustaría, de esas que tienen la cinta policiaca y las que se silencian en el desierto. No me alcanzan los dedos para enlistar los funerales y las matanzas. Y eso pesa mucho.

Hace casi un año estaba encerrada en el baño de un restaurante en un centro comercial acabandome los santos. Atrincherada y con el corazón desbocado solo podía escuchar mi respiración entrecortada que retumbaba en las sienes. A veces contenía el aliento sin darme cuenta, para no romper el silencio ni con un suspiro. Estaba casi en posición fetal abrazando a mis hijos, que me veían con curiosidad.  Mi nos abrazaba a todos y recargaba su espalda contra la puerta que nos parecía tan frágil como un pedazo de papel. Estábamos parapetados en medio de una trifulca por un hombre armado. 

Minutos antes, cuando vi la estampida humana, me atacaron los recuerdos de los muchos tiroteos que me ha tocado cubrir como periodista. En un instante me pasaron por la mente, como película en cámara rápida, los videos de las muchas matanzas de las que he escrito desde que me mudé a Estados Unidos. Por un segundo que me pareció eterno, descubrí que también sufro de un síndrome de estrés postraumático del que poco hablamos los reporteros.  

Cruzando Líneas | Las luciérnagas del periodismo

Cuando trabajaba en Sonora, en La i, fue la primera vez que vi un asesinado. Era el integrante de una banda musical y lo habían baleado en un lavado de autos. No me acuerdo de los detalles, pero en mi mente tengo fresco el rostro destrozado y la sangre. Después me mandaron a cubrir a una persona que se quitó la vida y un cuerpo descompuesto en un terreno baldío. He estado en muchas más escenas del crimen de las que me gustaría, de esas que tienen la cinta policiaca y las que se silencian en el desierto. No me alcanzan los dedos para enlistar los funerales y las matanzas. Y eso pesa mucho.

Quizá antes lo entendía distinto. No eran míos los muertos ni las cruces, era un duelo siempre ajeno. Hasta que los tuve a ellos. Cuando los sostuve por primera vez, todo el mundo me pareció suyo; lo bueno y lo malo. Eso es lo que hace la maternidad, que tengamos miedo y fuerza… un despertar de los traumas.

Tal vez te interese:  La democracia mexicana en su laberinto

El fin de semana festivo, justo para cerrar el mes de mayo, se reportaron 21 tiroteos masivos con más de una docena de muertos en Estados Unidos. ¿Cómo les explico a mis hijos que no es normal si es lo que ven todos los días en las noticias y hasta en el resumen del día de la Alexa? ¿Cómo me digo a mí misma que todo estará bien sin sonar como una impostora?

En este país los culpamos a todos de la sangre que se derrama, pero no cargamos los cuerpos que nos tocan. Cada vez que hay una tragedia desviamos la conversación. Pareciera que siempre hay algo más urgente que atender que las vidas que se nos escurren entre los dedos y las conciencias. Fruncimos seños y estiramos dedos acusadores y, al final, nada cambia. 

Se cumplió un año de la masacre de Uvalde y poco se habla de esos niños que no van a crecer y los padres que jamás serán abuelos. La indignación comunal se va desvaneciendo, mientras el dolor de los deudos se confunde con esa indignación, la impotencia y ese desabor de que además de su pérdida, esas vidas pudieron haber terminado en vano. 

Si hubieran sido ellos, pienso… ¡Carajo!