Aunque hay varias oraciones a San José, y algunas son más populares que otras, es importante conocerlas todas y saber que oración realizar según la situación.
Si bien, San José nunca dijo nada en las Escrituras, es importante destacar que algunas oraciones datan del año 50.
Además, es importante recordar que San José educó a Jesús y le enseñó el significado de “cumplir la voluntad de Dios”.
Es por eso que este se le conoce como el Santo Custodio, por cumplir santa, justa y responsablemente su labor de padre y esposo.
Oración a San José
Oh san José, cuya protección es tan grande, tan fuerte y tan inmediata ante el trono de Dios, a ti confío todas mis intenciones y deseos.
Ayúdame, san José, con tu poderosa intercesión, a obtener todas las bendiciones espirituales por intercesión de tu Hijo adoptivo, Jesucristo Nuestro Señor, de modo que, al confiarme, aquí en la tierra, a tu poder celestial, Te tribute mi agradecimiento y homenaje.
Oh san José, yo nunca me canso de contemplarte con Jesús adormecido en tus brazos. No me atrevo a acercarme cuando Él descansa junto a tu corazón. Abrázale en mi nombre, besa por mí su delicado rostro y pídele que me devuelva ese beso cuando yo exhale mi último suspiro.
¡San José, patrono de las almas que parten, ruega por mi! Amén.
Además de esta, el Papa León XIII tenía su propia oración a San José.
A ti, bienaventurado San José, acudimos en nuestra tribulación,
y después de invocar el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio. Por aquella caridad que con la Inmaculada Virgen María,Madre de Dios, te tuvo unido y, por el paterno amor con el que abrazaste al Niño Jesús, humildemente te suplicamos vueltas benigno los ojos a la herencia que con su Sangre adquirió Jesucristo, y con tu poder y auxilio socorras nuestras necesidades.
Protégenos, oh providentísimo Custodio de la Sagrada Familia la escogida descendencia de Jesucristo; aparta de nosotros toda mancha de error y corrupción; asístenos propicio, desde el Cielo, fortísimo libertador nuestro en esta lucha con el poder de las tinieblas y, como en otro tiempo libraste al Niño Jesús del inminente peligro de su vida, así, ahora, defiende la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de nosotros protégenos con perpetuo patrocinio, para que, a ejemplo tuyo y sostenidos por tu auxilio, podamos santamente vivir y piadosamente morir y alcanzar en el Cielo la eterna felicidad.
Amén.