Desde el 12 de octubre, día en que Estados Unidos y México anunciaron los cambios a sus políticas migratorias para con las población migrante venezolana, se vio venir una crisis humanitaria en la región.
El gobierno mexicano aceptó recibir a los migrantes venezolanos que EE.UU. está deportando, pero sin crear condiciones de recepción, ayuda y organización que se requieren.
Solo algunos gobiernos locales que ya están acostumbrados a estos procesos tienen políticas que medianamente ofrecen solución; sin embargo, todo el peso cae nuevamente en las organizaciones de la sociedad civil que operan albergues a lo largo de la ruta.
La petición es muy simple: una tarjeta o visa humanitaria por un año que les permita tomar decisiones con más tranquilidad.
“Ha sido un trancazo fuerte”, dice José Moreno de la Coalición Pro Defensa del Migrante.
Solo hay que pensar que en los primeros días entraron alrededor de mil 700 personas en cinco municipios de la frontera entre México y EE.UU.
En la ciudad de México también hay una situación de emergencia en los albergues de la sociedad civil. Están rebasados en más de 600%, debido a que más de mil personas llegaron de imprevisto para iniciar sus trámites ante la Comar.
Y aunque el gobierno mexicano ha implementado una política de repatriación a Venezuela, muchos de ellos no lo tienen considerado en su futuro. Su futuro piensan es Estados Unidos, y quizá, si no hay más opción, México.
También en Centro y Sudamérica los migrantes de Venezuela están varados, decidiendo qué hacer, si regresar a su país o tomar el riesgo de llegar a Estados Unidos a cualquier costo.
Tiempo, los migrantes necesitan tiempo para pensar, decidir. Su futuro está en riesgo.
Redes Migrantes, en los Premios Roche de Salud 2022
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La investigación se titula Redes Migrantes en la pandemia y trata sobre cómo la comunidad migrante, latina, en la zona triestatal de Nueva York creó redes de apoyo para sobrevivir la pandemia de la Covid 19.
Nadia Sanders y Ximena Natera son las periodistas que viajaron a Nueva York para conocer de primera mano lo que estaba pasando y quienes crearon textos e imágenes que quedan grabadas en nuestro corazón.
La posibilidad de contar las historias de la comunidad, las organizaciones, las iglesias, las familias, y ofrecer información útil para nuestra gente fue nuestro objetivo, y creo que lo logramos.
Gracias Andrea Ornelas, mi cómplice en este camino. Gracias al equipo, a Nadia, Ximena, Abel, Selene, Jacqueline, Renata, Francisco y Jhasua. Todos pusieron su tiempo, su conocimiento, su energía y un cachito de su vida en este proyecto. Gracias infinitas a Javier Drovetto, por su guía indispensable. ¡Crucemos los dedos!
