En enero del año 2021, con la llegada del Presidente Biden a la presidencia de Estados Unidos; se sentían nuevos aires respecto a la relación con las miles de personas que buscan una nueva vida en ese país. Quizá esa misma apreciación fue detonante de mayores flujos migratorios hacia ese país, que a lo largo del año fueron creciendo, acumulando cifras no registradas en muchos años, lo que evidentemente ha servido para atacar una política más humana y menos persecutoria del actual gobierno de aquel país.
La coyuntura económica que vivimos en el 2021 fue muy particular, porque tras la pandemia las condiciones económicas de muchas personas han quedado severamente afectadas. Si a eso agregamos el tema de la inequidad en la vacunación; donde a los países más ricos les han sobrado oportunidades de vacunación mientras que en los pobres las vacunas han sido muy escasas; se tiene por motivos de salud otro motivo para la movilidad.
Tales desigualdades de oportunidades entonces se manifestaron en un interés creciente por la movilidad, que encontraron en su tránsito por México severas restricciones, jugando este país un rol de muro frente a la migración procedente de Centro América y el Caribe para complicar la llegada al norte. Así, fuimos testigos de diversas acciones violentas, incluso de muertes, en su paso por territorio mexicano; donde además encuentran por un lado apoyo de la sociedad pero hostilidad de parte de las autoridades y de grupos criminales. A pesar de ello; miles de personas transitaron por el territorio, miles llegaron a su destino y miles fueron detenidos en ambos lados de la frontera México – Estados Unidos y regresados a su país de origen.
Violencia contra los migrantes
El entendimiento bicentenario
La presión norteamericana hacia México por contener los migrantes también llevó a nuevos acuerdos, como el llamado Entendimiento Bicentenario, el cual sustituyó a la iniciativa Mérida que comenzó desde el año 2008 y con el cual se han condenado a la migración irregular considerándose criminal, bajo el principio de la lucha contra la delincuencia y el narcotráfico. Si bien este nuevo acuerdo se destacó como una nueva etapa de entendimiento entre ambos países; una de sus primeras acciones fue la publicación de recompensas hacia narcotraficantes mexicanos de gran peso, como los hijos del Joaquín Guzmán Loera, el “Chapo”. Esto deja ver las prioridades del “innovador” acuerdo.
Otra de las medidas que se tomaron también a partir de este entendimiento fue la puesta en marcha nuevamente el programa “Quédate en México”, estrategia para que quienes aspiran a una visa humanitaria esperen sus trámites fuera del territorio de Estados Unidos. Así, se evita que los miles de migrantes solicitando asilo se ubiquen en su territorio al tiempo que México asume los retos de su alojamiento.
Así, al menos al comienzo, las acciones primarias del nuevo acuerdo no son tan diferentes de lo anteriormente conocido por la Iniciativa Mérida; que dio prioridad a la seguridad antes que a otros muchos temas relevantes en la agenda de los dos países vecinos. Como lo han señalado algunos especialistas, además del nombre, no se esperan diferencias en las acciones,por lo que tampoco habría que celebrar demasiado su puesta en marcha.
