El santoral de agosto incluye festividades de santos que tienen muchas cosas en común. Y es que algunos de ellos tienen vidas y características que los hacen muy similares.
A continuación te contamos un poco sobre los 6 santos a los que celebramos este mes. Como notarás, son santos relacionados con la familia y la penitencia. Prepárate para celebrarlos con devoción.
Los primeros en el santoral de agosto: Alfonso María de Ligorio y Juan María Vianney
En los primeros días de agosto se celebra a los santos San Alfonso María de Ligorio (1 de agosto) y San Juan María Vianney (4 de agosto), conocido como Santo Cura de Ars.
Ambos son modelos de celo. Además, se les reconoce por llevar a los católicos al sacramento de la Confesión. Doctor de la Iglesia y fundador de los redentoristas, Alfonso obtuvo un doctorado en Derecho a los 16 años.
No obstante, en 1723 San Alfonso perdió un caso muy importante y abandonó la carrera para volverse sacerdote. Mucho tiempo después, en 1950, el Papa Pío XII lo declaró patrono de los confesores y teólogos morales.
Por otro lado, durante agosto también recordamos a San Juan María Vianney, Cura de Ars, como uno de los más importantes confesores. Él es santo patrono de los párrocos.
Las guerras de Napoleón Bonaparte le impidieron ingresar al seminario. Pero, cuando por fin pudo estudiar para sacerdote, su progreso se vio obstaculizado porque no podría aprender latín. Sin embargo, lo ordenaron gracias a su bondad.
Los superiores lo enviaron a la aldea de Ars, en Villars-les-Dombes. De aquí el nombre de este santo celebrado durante agosto quien, una vez en Ars, confesó a varias personas y dio su consejo y su predicación.
El Cura de Ars llegó a pasar hasta 18 horas al día en el confesionario. Esto provocó los celos de algunos sacerdotes que se quejaron de él ante el obispo, aludiendo que estaba loco o mentalmente inestable.
El obispo, por su parte, respondió que deseaba que todos sus sacerdotes sufrieran la misma locura. El Cura de Ars murió mientras escuchaba a un pecador arrepentido.
Santos del campo de concentración: Edith Stein y Maximiliano Kolbe
Otros dos santos incluidos en el santoral de agosto se celebran el 9 y 14 del mes. Estos santos son, respectivamente, Santa Edith Stein y San Maximiliano Kolbe. Ambos fueron víctimas del horror nazi y son santos de la era moderna.
Santa Edith, conocida también como Hermana Teresa Benedicta de la Cruz, fue una conversa del judaísmo, monja carmelita, filósofa y escritora espiritual.
Ella nació en una familia judía. Sin embargo, abandonó el judaísmo por el ateísmo y luego encontró su camino en el catolicismo tras estudiar filosofía. La vida de Santa Teresa de Ávila también influyó en su decisión.
Santa Edith entró a los carmelitas en 1934. Más adelante, en 1938 tuvieron que sacarla de contrabando de Alemania hacia los Países Bajos para escapar de los nazis. En 1942, sin embargo, lograron arrestarla junto con su hermana Rosa. En ese entonces, los nazis perseguían a todos los católicos no arios.
Murió en una cámara de gas ese mismo agosto. El Papa San Juan Pablo II la canonizó en 1998 y, al año siguiente la nombró copatrona de Europa, con Santa Brígida de Suecia y Santa Catalina de Siena.
Por su parte, San Maximiliano fue un sacerdote franciscano, teólogo y mártir. Nació en Polonia e ingresó a los conventos franciscanos en 1907. Estudió en Roma y lo ordenaron como sacerdote en 1918.
Al igual que Santa Edith, este santo celebrado en agosto poseía un intelecto notable. También era un matemático y científico talentoso, además de periodista.
De hecho, San Maximiliano se ganó el odio de los nazis por sus escritos. Por ello lo arrestaron varias veces en 1939. Finalmente lo enviaron a Auschwitz.
Como prisionero, los guardias de las SS lo torturaron por ser un sacerdote católico. Aun así, nunca dejó de ayudar a sus compañeros de prisión. Murió el 14 de agosto de 1941 tras tomar el lugar de un sargento del ejército polaco que estaba condenado a muerte.
Santos que son parientes: Santa Mónica y San Agustín
El santoral de agosto termina con dos festividades consecutivas: la de Santa Mónica (27 de agosto) y su hijo San Agustín (28 de agosto).
Durante varios años, Santa Mónica rezó para que su hijo, brillante pero rebelde, volviera en sí y se arrepintiera de su vida libertina. La santa nunca dejó de rezar y esperar, y, al final, sus oraciones tuvieron respuesta.
La conversión final de su hijo se produjo bajo la influencia de San Ambrosio de Milán, y ella estuvo allí para presenciar el bautismo a manos de Ambrosio.
Su hijo San Agustín, por supuesto, es considerado el más grande de los Padres de la Iglesia occidental. Él ejerció una enorme influencia en la formación de la teología cristiana y la civilización occidental. Pero nada de eso habría sucedido si su madre lo hubiera abandonado.
Texto de ACI Prensa