Conexión Migrante te contó la historia de Pedro en abril del 2020, al inicio de la pandemia. Radicado en Los Ángeles, compartía vivienda con otros tres familiares y era empleado en un restaurante que cerró sus puertas debido al confinamiento. A un año de entonces, los ahorros se acabaron y las deudas crecieron.
El confinamiento los dejó sin ahorros
La familia de Pedro tiene cuatro integrantes: él, su hermano, su hermana y un cuñado. Como todos se dedican a la actividad restaurantera, se quedaron súbitamente sin trabajo durante la primavera del año pasado.
Cuando el confinamiento llevaba varios meses, pero aún con dinero en los bolsillos, Pedro tuvo la oportunidad de obtener una tarjeta de crédito que aceptó sin dudar. Ésta les permitió pagar los gastos básicos de su casa en los meses posteriores, pero les ha resultado contraproducente.
Ahora “estamos endeudados y sin ahorros, comenzando nuevamente desde cero”, dice.
Aunque las finanzas van mal, reconoce que la salud ha sido generosa con ellos, pues ninguno de los cuatro habitantes de su casa se ha enfermado de Covid-19.
“Pagué más de 1500 dólares en taxes y no tuvimos apoyo”
Al ser indocumentado, Pedro no pudo aplicar para la recepción de ningún tipo de apoyo del gobierno californiano. Pese a ello, sí tuvo que pagar unos 1,500 dólares en impuestos el año pasado.
“Es injusto tener que cumplir con el fisco, pero no tener ningún beneficio a cambio. Me da coraje, uno tiene que batallar mucho para sobrevivir en tiempos de pandemia. Apenas pudimos conseguir un par de despensas entregadas por algunas organizaciones, pero no vimos ninguna ayuda financiera del gobierno”, relata.
Volvimos a trabajar
En términos laborales, el mismo restaurante en el que trabajaba antes de la pandemia pudo reabrir sus puertas en octubre. Lo llamaron para retomar el trabajo. Pero el gusto le duró poco a Pedro porque en noviembre tuvieron que cerrar de nuevo.
En enero del 2021, el establecimiento volvió a recibir ‘luz verde’ para recibir comensales, pero con muchas restricciones. “Sólo damos servicio en mesas colocadas en el patio y vendeos comida para llevar. Al menos, los cuatro estamos trabajando de nuevo para enviar dinero a Oaxaca, nuestra tierra”, dice.
Su mamá, enferma de coronavirus
Ahora que Pedro tiene ingreso nuevamente, su principal preocupación es más bien su madre, quien vive en Tlacolula, porque acaba de contagiarse de Covid y vive sola.
Radica en un pueblo que decidió bloquear el acceso a las personas externas cuando la pandemia arreció. Aún así, hubo contagios y hay mucha desinformación entre los pobladores sobre cómo atenderse cuando hay contagios.
“Ahora mismo, nadie quiere ir a verla, ya que, por falta de información en las comunidades, la gente piensa que se contagian así nomás, creen que si les da el virus ya se van a morir” comenta Pedro.
¿Regresar a México?
Regresar a México no era una opción para Pedro el año pasado. “Aunque sea poco, ayudamos más estando acá (en USA); así que nunca me pasó por la mente regresar a México”, dice Pedro.
Pero su visión está cambiando. Ante la precaria situación de salud que atraviesa su madre, regresar a México se perfila como una posible opción en este momento.
Hace unos años, ya viviendo del otro lado del Río Bravo, Pedro perdió a su padre sin poder despedirse de él. “No podría resistir que eso me sucediera con mi mamá”, afirma.
Por el momento, logró convencer a una tía para que esté al pendiente de su mamá quien tiene síntomas leves, pero aún así causa preocupación en su hijo ya que la escucha por teléfono cansada y debilitada.