Llegó el año 2021 con muchas expectativas sobre muchos cambios favorables para la humanidad, comenzando con una posible vuelta a la normalidad de la vida humana pues las vacunas ya están comenzándose a aplicar en varios de los países, no en todos desafortunadamente. Así también en la política migratoria en Estados Unidos se esperan cambios muy importantes a partir de este año nuevo con el cambio en la Presidencia. Sin embargo, como lo será para la pandemia, los cambios se esperan graduales, no abruptos, no inmediatos sino lentos, poco a poco.
Debemos reconocer que la política migratoria en Estados Unidos, si puede considerarse así, ha sido de rechazo, de humillaciones hacia los migrantes y de terrorismo para quienes no pueden comprar su estancia documentada en aquel país.
Así como de insensibilidad para quienes buscan una estancia legal a partir de un conjunto de motivadores muy válidos que los ha llevado a pedir asilo en aquel país.
Esos mismos motivadores muy probablemente con la pandemia se han incrementado por:
- La falta de oportunidades
- La mayor presión social en los lugares de expulsión por el desempleo
- Falta de ingresos
- Violencia intrafamiliar
- Incluso los fenómenos meteorológicos que han causado más dolor y devastación en muchas regiones de emigración
El gobierno que está próximo a asumir sus responsabilidades en Estados Unidos enfrentará sin duda un panorama mucho más complejo que su antecesor. Porque estos motivadores comienzan a traducirse en movilidad en la búsqueda de una vida mejor de personas, familias, niñas, niños y adolescentes sin acompañamiento.
Se debe hacer más que cambiar la política migratoria
Hoy, además, el riesgo de la salud vuelve estos movimientos más riesgosos, pues se suma la posibilidad de enfermar durante el recorrido y representar un foco de contagio para otros en la misma ruta. Esto evidentemente compete no sólo al gobierno del país destino, sino también a los de tránsito.
Así, como parte de los cambios de la política migratoria de este nuevo gobierno en Estados Unidos debería considerarse una coordinación muy profunda con los países involucrados en esta movilidad para salvaguardar la salud de tanto los habitantes de los lugares de salida como de llegada y tránsito.
Es probable que esto pueda ser posible con esta nueva administración que se ha mostrado sensible a dichas problemáticas y a las innumerables muestras de injusticia que la administración actual ha mostrado frente al fenómeno migratorio y en particular frente a la migración de niños, niñas y adolescentes, acompañados y sin acompañamiento.
Particularmente sobre esta última, es necesario un cambio muy rápido y serio para corregir las múltiples violaciones que han sido documentadas en los últimos años.
Por un lado, el gobierno ha recluido, repatriado de forma expedita, separado de sus familias y, en general, no respetar la condición de ser beneficiarios de derechos de los menores.
Afortunadamente, desde la sociedad civil organizada se hacen grandes esfuerzos desde diferentes dimensiones por atacar estos problemas y ofrecer soluciones a estas graves desigualdades.
Pero estos esfuerzos requieren ser más amplios y la sociedad en general necesita ser más sensible a estas problemáticas, evitando las expresiones xenofóbicas y solidarizándose hacia estos grupos que su principal condición es buscar una vida mejor para ellos y sus familias.
Desde esta posición, celebramos que la Fundación Pablo Landsmanas se una a este esfuerzo fundando la Cátedra Elías Landsmanas Dymensztejn – Anáhuac para niños migrantes no acompañados con el propósito de ser un espacio para el estudio de esta población y contribuir a la mejoría de sus condiciones.
Celebramos también el arranque de este espacio de comunicación donde podremos discutir temas relevantes para los lectores de este medio y los menores que buscan una nueva vida.