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Perspectivas | El enojo guía la decisión de las mayorías

El presidente Enrique Peña Nieto no comprende el enojo de la sociedad. Alguna vez dijo que era irracional y recientemente ha insistido en los avances de la economía, en el aumento en el ingreso promedio de los mexicanos y en la creación de empleos para hacer frente al enojo social.

Es lógico que no lo entienda si él piensa, como todo gobernante, no importa el nivel, que ha hecho todo lo posible por hacer el bien a la sociedad que dirige.

Sin embargo, la realidad es que la irritación social es mucha, está totalmente justificada y el deseo de cambio es lógico y deberá satisfacerse por quien gane la Presidencia de la República el próximo primero de julio.

La primer causa del enojo social es la corrupción. El fenómeno se ha generalizado y no hay nivel de la administración pública, municipal, estatal o federal donde el dinero público no se utilice para financiar proyectos de vida.

Y como aliento y estímulo a la corrupción está la impunidad. Los corruptos son manada y los castigos son para unos cuantos. Casos como el de Javier Duarte y su mujer no hacen sino mostrar el descaro con el que se usan los recursos públicos y ponen en evidencia el alto grado de impunidad. En tres décadas ni siquiera media docena de gobernadores ha sido encarcelado por actos de corrupción.

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Pero no es todo. La sociedad mexicana está irritada tambiñen porque el nivel de vida en el país no es satisfactorio. El mexicano ve que el gobierno no es capaz de darle seguridad, la educación pública es un modelo fracasado, la salud es un servicio malo, la infraetsructura de la ciudades está para llorar, el transporte público es un desastres y los pobres siguen siendo pobres generación tras generación.

Es lógico que los mexicanos deseen cambiar no sólo al gobierno, sino al régimen, en busca de uno que satisfaga mejor sus anhelos.

Y el único que ha sabido interpretar y responder a esos deseos de cambio es Andrés Manuel López Obrador.

No sólo ha logrado ser el símbolo de la honestidad, sino que ha prometido ayuda directa a jóvenes, madres solteras, pensionados y, en general, a una mayoría de mexicanos que sienten que han sido olvidados por el sistema.

No importan las advertencias de que el modelo lopezobradorista causará serios daños a la estabilidad de la economía. La sociedad quiere cambios y parece estar dispuesta a pagar el costo para conseguirlos.

Ricardo Anaya, el candidato del Frente, y quien también propone un cambio, no ha sido capaz de convencer al votante porque los ataques que ha recibido por su conducta personal han sembrado las dudas en el electorado de que él también sea uno más del sistema corrupto.

Y José Antonio Meade, sin duda el candidato más capaz,  carga la loza del priismo corrupto que sobrevive gracias a la impunidad.

En este panorama, la sociedad no estará satisfecha hasta que sienta que ha mandado a los corruptos a su casa, aunque el desencanto posterior puede conducir a un enojo mayor que el que ahora domina el ánimo social.

Hasta el próximo lunes y mientras, no deje de seguir en mi página de FB, Perspectivas de Luis Enrique Mercado.