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Mancera y la CONAGO

Parece un hecho que por cuarta ocasión un jefe de gobierno de la capital del país irá en pos de una candidatura presidencial y así buscar ocupar la Residencia Oficial de Los Pinos.

Independientemente de la cautela que requiere gobernar una compleja metrópoli como lo es la Ciudad de México, Miguel Mancera es un político que se ha conducido con extremo cuidado político, que lo mismo ha rechazado presiones para afiliarse formalmente al partido que lo llevó al poder –el PRD- que convocado a la unidad de las izquierdas para de una vez por todas ganar la Presidencia de la República.

Difícil ecuación

Abogado de profesión, Procurador General de Justicia de la Ciudad de México durante el gobierno de Marcelo Ebrard, Mancera Espinosa obtuvo el triunfo en las elecciones de hace 5 años con más del 60 por ciento de los votos emitidos por los capitalinos, lo que le dio un inmenso bono de aceptación al tomar las riendas de la metrópoli.

Su contundente victoria electoral, su imagen de político no afiliado a ningún partido y los escándalos que envolvieron a su antecesor Mancera, relativos a la construcción de la Línea 12 del Metro, catapultaron a Mancera con un 85 por ciento de aceptación entre los capitalinos, nivel que ha descendido a menos de 40 por ciento durante su gestión.

El ejercicio de gobierno desgasta, y en la caótica capital mexicana mucho más, pero hay otros factores que explican esta caída: los problemas internos del Partido de la Revolución Democrática y el éxodo de perredistas hacia el grupo de Andrés Manuel López Obrador, de quien Mancera finalmente se distanció tras un par de años de enviar mensajes de camaradería.

El jefe de gobierno fue también atacado por su cercanía institucional con el gobierno federal y con el presidente Enrique Peña Nieto. Su aparición en eventos presidenciales contrastó claramente con la distancia que marcaron sus antecesores desde que la izquierda ganó el gobierno capitalino, desde Cuauhtémoc Cárdenas hasta Ebrard, pasando por supuesto por López Obrador.

Por otro lado, sistemas de fotomultas de tráfico, límites menores de velocidad en las calles, incremento marginal (pero aumento en fin) del precio del transporte público y molestias por una gran cantidad de frentes abiertos de obra pública en las calles metropolitanas, han desgastado también a Miguel Ángel Mancera, quien apostó por diseñar y promulgar una nueva Constitución de la Ciudad de México como el gran legado político de su administración.

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La ciudad de México ya es una entidad federativa con Constitución propia y Mancera se prepara para dejar en unos meses el poder y buscar la Presidencia de la República.

Ayer, al asumir la presidencia de la Conferencia Nacional de Gobernadores (CONAGO), da ese primer paso, porque ese encargo le dará una nueva proyección tanto nacional como internacionalmente, porque este órgano colegiado ha tomado su lugar allende nuestras fronteras, por ejemplo en la discusión de los temas bilaterales México-Estados Unidos.

¿Qué sigue para Miguel Ángel Mancera?

Ante la catástrofe partidista del PRD, seguramente competirá bajo sus siglas y buscará recuperar el cascarón del sol azteca para mantener su registro y convertirse de facto en su nuevo líder, con todo lo que ello implica en capital político y económico.

Se ve difícil, por no decir imposible, que logre ser competitivo en las elecciones de 2018, ante el avance imparable de Morena y su propietario López Obrador. Lo que sí ocurrirá, de ser abanderado presidencial el actual Jefe de Gobierno, es fragmentar el voto de la izquierda, en donde los beneficiados serán los candidatos aún no definidos del PRI y del PAN.

Lo que sí deberá hacer Mancera, más allá de obtener la candidatura amarilla, es insistir en su llamado a construir un frente de izquierda más amplio que incluya otros grupos que no necesariamente simpatizan con el rijoso PRD o el pejista Morena, lo que acabará por definir el mapa electoral del 2018.

Y una última pregunta: ¿Se sumaría Mancera a una coalición aún mayor que respalde a un candidato apartidista que enfrente a López Obrador? Porque entre los pleitos del PAN y las indefiniciones en el PRI hasta ahora no se ve quién le haga competencia al adelantado tabasqueño, que lleva ya casi 20 años en campaña.