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Poco interés en el Nuevo Modelo Educativo

Es probable que a la sociedad mexicana no le interese la educación. Cuando menos, eso indicaría el desinterés con que se ha recibido el Nuevo Modelo Educativo anunciado por el secretario de Educación Aurelio Nuño.

Algunos, muy pocos, festejamos esta que es la más grande, importante y trascendente reforma que se ha anunciado en el México moderno.

A no ser los eternos optimistas a quienes todo les parece bien y los eternos pesimistas a quienes todo les parece mal, el Nuevo Modelo Educativo duró en los medios y en las redes sociales cuando mucho un día.

Reformar la educación es una exigencia vital. Todos los problemas, desde la corrupción, la pobreza, la delincuencia, la desigualdad, pasan por la educación.

Desde hace cuando menos 70 años no había en México una reforma educativa de fondo. En esas siete décadas el PRI se consolidó como el partido del poder, nacieron el SNTE y Elba Esther, surgió internet y los maestros como grupo se convirtieron en tomadores de rentas; las escuelas y toda la infraestructura educativa se deterioraron.

El Nuevo Modelo Educativo tiene todos los elementos que caracterizan a los buenos sistemas educativos del mundo, y no hay muchos:

La escuela como centro del sistema, los niños y los padres, como la sociedad civil que debe vigilar que la escuela funcione y los maestros como la otra parte básica del sistema.

En materia académica, estudiar lo que se debe estudiar: matemáticas e idiomas, capacidad de trabajar en equipo, un esquema que enseñe a razonar y autonomía para determinar qué aspectos interesa estudiar por necesidades regionales o de grupo étnico.

Y es probable que la reforma no haya despertado el interés que merece, porque a fin de cuenta en realidad no beneficiará a los alumnos que ya hoy están en la escuela, con excepción de los que asisten al kínder.

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Las reformas educativas son las que tienen el tiempo más largo de maduración.

Cuando menos pasará una década para que se sientan los primeros efectos y pueden pasar 20 años para que se diga que México tiene un buen sistema educativo y que los muchachos mexicanos que egresan de dicho sistema tienen la capacidad de sobrevivir en el mundo moderno de entonces.

Pero sí es momento de que los padres de familia, los maestros, la sociedad en pleno, analicen lo que se propone y, en especial, que vigile que la reforma no se eche a perder por los intereses políticos, que los grupos en obtener dinero sin trabajar no la desvíen y que los cambios sexenales no traten de reinventarla cada seis años.

La verdad es que México se tardó mucho en reformar su sistema educativo, casi tanto como se tardó en modificar su esquema petrolero.

Ambas reformas se debieron haber realizado hace 50 años; pero a fin de cuentas hay que consolarse con que nunca es tarde para cambiar.

Las nuevas generaciones de mexicanos, los que salgan del nuevo modelo educativo, sin duda serán mejores y podrán hacer un país mejor, solo porque estarán mejor educados y eso es muchísimo.

Hasta el próximo lunes y no deje de seguirnos en nuestra página de Facebook, Perspectivas de Luis Enrique Mercado.

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