La Secretaría de Hacienda y Crédito Público necesita rehacer todo el escenario macroeconómico del país para acomodar las finanzas públicas a una nueva realidad, bien diferente a la que dibujó en el paquete económico que aprobó la Cámara de Diputados a finales del año pasado.
Ni el crecimiento, ni la inflación, ni las tasas de interés, ni el tipo de cambio corresponden a los que se usaron para planear los presupuestos de ingreso y gasto para este año.
Por ejemplo, todo se hizo con base en un crecimiento de 2 a 3% del PIB y ya es seguro que creceremos menos del 2%. Por principio de cuentas, esto significa que los ingresos tributarios serán menores.
El panorama económico se hizo con una inflación de 3% y es evidente, tanto por la depreciación del peso como por el aumento en los energéticos, que lo más probable es que la inflación anual ante entre 4 y 4.3%.
La tasa de interés planteada fue de 4.3% y ya la tenemos en 6.25% lo cual significa que el costo financiero de la deuda va a ser mucho mayor que el planteado.
Todo esto significa, por un lado, que el famoso y presumido superávit primario puede desaparecer; que la estrategia de reducir el crecimiento de la deuda podrá guardarse para mejor ocasión y que las presiones de gasto son mayores a las que se
pensaba a fines el año pasado.
Y por otro, que toda esta nueva realidad económica pone en evidencia algo que hemos dicho en este mismo espacio: el ajuste a las finanzas públicas fue muy tibio y el superávit primario, aún sin la nueva realidad, era ya insuficiente siquiera para cubrir los intereses de la deuda.
Hacienda planteó un superávit primario de 73,825 millones de pesos, insuficiente para pagar el costo financiero de la deuda, de 568,200 millones de pesos.
Dijo que la deuda interna solo crecería 495,000 millones de pesos, 40,000 millones menos que en 2016 y que la externa sólo crecería 5,800 millones de dólares, 200 millones menos que en 2016.
Pero la verdad es que con mayor inflación, menor crecimiento y mayores tasas de interés estas cifras parecen insostenibles.
Es posible que Hacienda esté esperando cuadrar las cuentas con el famoso remanente del Banco de México, que resulta de la revaluación de las reservas internacionales con un pero más evaluado.
Banxico transferirá al gobierno entre 400,000 y 500 mil millones de pesos y con ese ingreso extraordinario quieran hacer frente a las nuevas circunstancias.
Pero la verdad es que no es una buena idea vivir de los remanentes el Banco de México que se produce gracias a la devaluación del peso.
El gobierno debe replantear su paquete económico y utilizar el remanente de Banxico para pagar deuda y no para ampliar gasto.
La llegada de Trump a la presidencia de Estados Unidos obliga a considerar un nuevo escenario económico y adaptarse a una realidad que cambió ya dramáticamente y que puede modificarse aún más en los siguientes meses.
Lo que se hizo y aprobó a finales del año pasado no es ya lo que pensamos que iba a suceder.
Hasta el próximo lunes y no deje de ver mi página de FB, Perspectivas de Luis Enrique Mercado.