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Apoya a Franklin: una cirugía reconstructiva puede cambiar su vida

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Franklin migrante que necesita una cirugía
Franklin observando la mercancía de su puesto montado en una universidad al sur de la Ciudad de México. | Fotografía: Diana H. Gómez

Franklin es originario de Honduras y radica en México desde 2019. Desde entonces hasta ahora, ha vivido con heridas en sus brazos que no han cicatrizado del todo, ponen en riesgo su movilidad y, además, le implican diversas barreras para realizar sus actividades diarias; entre estas actividades se encuentra elaborar las piezas de bisutería de su emprendimiento personal. Él puede sostenerse gracias a sus ingresos, pero éstos no son suficientes para costear la cirugía reconstructiva que necesita, por lo que el joven decidió lanzar una campaña de recaudación en la que todas y todos podemos aportar.

El puesto de bisutería de Franklin se encuentra en una de las cientos de calles de la alcaldía Iztapalapa, en el oriente de la siempre acelerada Ciudad de México (CDMX). Es un puesto que se monta a las 9:00 de la mañana y se desmonta por la tarde noche para repetir el mismo ciclo al día siguiente. Pulseras de tela, de cuentas y de madera lucen su color bajo el sol junto con collares, aretes y rosarios. En un rincón, gozando algo de sombra al menos por unas horas, Franklin arma piezas nuevas.

Franklin migrante que necesita una cirugía
El puesto de Franklin montado a un costado del albergue Constitución de 1917. | Fotografía: Diana H. Gómez
El puesto de Franklin montado a un costado del albergue Constitución de 1917. | Fotografía: Diana H. Gómez

Ha vivido en el albergue Constitución de 1917 desde 2023. “Me vine de Honduras a los 19 años porque me secuestraron”, cuenta acerca de las razones por las que llegó a México. Quienes lo privaron de la libertad en septiembre de 2018 son las mismas personas que le provocaron las heridas por las que ahora necesita una cirugía. Estas heridas lo mantuvieron en el hospital por varios meses, y luego de sentirse un poco más aliviado, decidió salir de Honduras sin tener claro hacia qué parte de México iría, pero avanzando “pese al dolor físico y emocional”.

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Franklin migrante que necesita una cirugía
Las heridas del joven emprendedor son profundas y necesitan de una cirugía reconstructiva cada vez más urgente. | Fotografía: Diana H. Gómez

Desde que llegó al país ha trabajado en diferentes cosas, entre ellas, cuidando gatos. El nombre de su emprendimiento es, de hecho, “Sin gatos no hay paraíso”, y lo puedes encontrar en Instagram y en Facebook. En febrero de 2025, Franklin comenzó a realizar piezas de joyería que no sólo vende a las afueras del albergue: también realiza pedidos con diseños personalizados, provee cantidades grandes de piezas para eventos y a veces se mueve a otros puntos de la CDMX con su puesto (siempre con el apoyo de algún compañero que le ayude a cargar mesas y mercancía).

Recibí tantas humillaciones en los trabajos que dije ya no voy a seguir trabajando para un patrón”, afirma Franklin con un orgullo que se percibe en su voz. Además de permitirle sustentarse económicamente, este emprendimiento ha repercutido positivamente en su vida. “A la gente le gusta lo que yo hago, y al ellos gustarle, pues me sube el autoestima a mí también”.

Cuando vende sobre la acera de Constitución, al mismo tiempo cumple su trabajo en el albergue: recibir a organizaciones y otras personas visitantes como parte de su rol de vinculación. Gracias a esto conoce de cerca a organizaciones como la Organización para el Refugio, el Asilo y la Migración (ORAM), quien le impulsó a empezar una campaña de GoFundMe para recaudar $50 mil pesos y destinarlos a la cirugía reconstructiva que necesita cada vez con más urgencia.

Se trata de borrar cicatrices, borrar dolor…”

Franklin lleva siete años viviendo con heridas que se abren constantemente, unas veces por accidentes como caídas; otras, por motivos tan cotidianos como cargar objetos muy pesados. Jesús Daniel Sandoval Gallardo, coordinador del albergue Constitución de 1917, ha sido testigo de cómo las laceraciones comienzan abriéndose poco a poco hasta incapacitar al joven hondureño. Él lo ha acompañado durante los últimos años en su proceso de recuperación, muchas veces desembolsando su dinero para gastos como transporte.

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Franklin migrante que necesita una cirugía
Franklin modelando algunos de sus diseños propios. | Fotografía: Diana H. Gómez

Pese a que Jesús y sus compañeros del albergue conocen de cerca la condición de Franklin, en el Hospital General Dr. Eduardo Liceaga de la Ciudad de México lo han revictimizado afirmando que él se autolesiona y por eso sus heridas no han sanado del todo.

Estoy luchando por que se cierren; por trabajar, por salir adelante, y se oye loco, pero tengo gatos que mantener. Entonces, ¿por qué me voy a abrir cuando estoy luchando por que se cierren?”, asevera Franklin.

A estos tratos nacidos desde el prejuicio se suman las cuotas que debe pagar en ocasiones, cuando sus heridas se reabren y tiene que acudir al hospital para recibir atención. Esta situación es desgastante física y emocionalmente, y resulta frustrante para Franklin cuando lo limita para hacer determinados trabajos, como elaborar nuevas piezas de bisutería.

“No puedo hacer fuerza, no puedo cargar cosas pesadas… y en época de frío los brazos empiezan a doler. Son dolores muy fuertes”, narra. Según la valoración que ha recibido en el Hospital General, la única opción para él es pasar por una cirugía en la que el personal médico evalúe los daños de sus brazos y reconstruya sus tejidos para que, finalmente, cicatricen como deberían. Si esto no sucede pronto, el daño en los músculos y otros tejidos puede ser tal que Franklin llegaría, incluso, a perder los brazos.

Tras su evaluación, el Hospital General le ha informado que debería pagar una cuota de entre $50 mil y $100 mil pesos mexicanos por su cirugía reconstructiva. Esta operación haría toda una diferencia en su vida. “Se trata de borrar cicatrices, borrar dolor, dejar de sangrar, dejar de llorar por el dolor”, responde Franklin ante la pregunta de qué imagina que cambiaría en él si pudiera acceder a dicha intervención.

Pese al dolor físico y emocional, Franklin ha perseverado para continuar trabajando en el albergue y con su emprendimiento personal. | Fotografía: Diana H. Gómez

Su emprendimiento tiene días buenos y malos. A veces no vende nada, en ocasiones vende muy bien… y otras veces le ha tocado recibir insultos por dedicarse a lo que hace, pero sus gatos y su lucha diaria por no sentirse inútil ―en sus propias palabras― le hacen persistir en su propósito: llegar a la meta y recaudar el dinero suficiente para un cirugía que le daría mayor fuerza e independencia.

Puedes apoyar a Franklin haciendo clic aquí y donando lo que esté dentro de tu posibilidad. “Esta intervención”, se lee en la web de GoFundMe, “no sólo aliviaría el dolor físico, también me daría la posibilidad de recuperar mi movilidad y empezar de nuevo”.

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