Flor de Hidalgo: el huapango que nace entre los bosques, nostalgias, raíces y une fronteras y corazones

Por: Alicia de Dios Fernández
El huapango huasteco es más que una expresión musical. Es historia viva, es poesía cantada, es fuerza que brota del corazón del pueblo. Nacido en la región huasteca que abarca partes de los estados de Hidalgo, Veracruz, San Luis Potosí, Tamaulipas, Puebla y Querétaro el huapango se canta, se toca y se baila como si se sembrara y cosechara identidad. Su ritmo sincopado, su lírica que mezcla amor, picardía y melancolía, y su característico falsete vocal, lo convierten en uno de los tesoros musicales culturales más profundos de México.
A través de los años, el huapango ha sido un vehículo para contar historias del campo, del amor y de la vida cotidiana. Sin embargo, también ha sido un espacio de resistencia, memoria y celebración para las comunidades indígenas y mestizas que han preservado sus raíces a pesar del tiempo y la migración. Y dentro de todo ese universo de jaranas, violines y versos, la figura de la mujer ha estado siempre presente: como musa, como voz, como cuerpo que baila sobre la tarima, pero también como portadora de cultura, como transmisora de memoria, como flor que no se marchita.
El nacimiento de una flor: un huapango desde la raíz del alma
Inspirada por este legado y por la experiencia de ser mujer, migrante, promotora cultural , artista interdisciplinaria , Alicia De Dios Fernández escribió el huapango “Flor de Hidalgo”, un canto nuevo que emerge con respeto profundo por la tradición, pero que también busca rendir homenaje a las flores vivas de nuestro tiempo: las mujeres que bailan, que sueñan, que resisten, que enseñan y que florecen donde sea que estén.
Este huapango fue concebido como un homenaje a las flores de la tierra de Hidalgo floras del Valle del Mezquital, las flores que adornan los bordados tenangos, los trajes regionales, las flores que se entretejen en los rebozos, pero también a las mujeres que portan los trajes tradicionales con dignidad y alegría, como las integrantes del grupo de danza Flor de Hidalgo, quienes han hecho de la danza folclórica una forma de sanar, de crecer y de compartir su cultura con el mundo .
“Flor de Hidalgo” es también una manera de decirle al mundo que la mujer no solo está en el huapango como imagen: está como protagonista, como fuerza creadora, como artista. Cada paso, cada giro, cada falda que se levanta, es un acto de expresión profunda, de diálogo con la historia, y también una afirmación de vida.
Una colaboración desde el corazón de la Huasteca
Para dar vida a este huapango, Alicia se unió al Trío Cantores del Son, originarios de Tepetzintla, Veracruz. Aunque jóvenes, sus integrantes crecieron tocando son huasteco desde niños y hoy forman parte de la nueva generación que mantiene viva esta tradición musical. Además de tocar en fiestas y diferentes escenarios culturales, también comparten su conocimiento con la juventud de su comunidad, enseñando música como un acto de amor y resistencia cultural. A pesar de tener profesiones distintas, han hecho del huapango su causa, su raíz y su destino.
La colaboración con Cantores del Son fue una sinergia hermosa: la letra de Alicia, escrita con el alma de mujer migrante, fue abrazada por los acordes del trío con una sensibilidad que refleja su profundo respeto por la tradición y el compromiso con el arte huasteco.
Cruzando fronteras con música y memoria
“Flor de Hidalgo” no es solo un huapango nuevo. Es un puente. Un puente que cruza fronteras geográficas, emocionales y culturales. Porque la música tiene esa capacidad única de viajar más lejos que cualquier cuerpo, de tocar corazones sin pasaporte, y de sembrar raíces incluso en tierras lejanas. Este huapango logra conectar a los inmigrantes con su tierra, con su memoria, con su infancia, con su gente.
Al escucharlo en Carolina del Norte, donde Alicia y su grupo trabajan por preservar y compartir la cultura mexicana, se genera una profunda nostalgia, pero también un orgullo: el orgullo de saber que aunque se haya cruzado una frontera, la raíz no se rompe; se transforma, florece y da frutos y desde este lado para algunas de ellas es su manera de volver a casa .
Y al mismo tiempo, en México, este huapango también genera una conexión con quienes están lejos. Es una forma de decirles: “Aquí estamos, no nos hemos ido del todo, nuestra cultura vive también en otras tierras”.
Una flor que sigue floreciendo
“Flor de Hidalgo” se lanzó el dia 17 de julio de 2025, y desde entonces ha sido abrazado por la comunidad cultural, por bailarinas, músicos, maestras de danza. Ya se prepara para sonar en concursos, escuelas y festivales, convirtiéndose en una pieza que representa no solo a un estado, sino a un sentir profundo de quienes bailan y viven con el corazón abierto a sus raíces.
Este huapango, como su nombre lo indica, es una flor que nació en Hidalgo pero florece en el mundo. Una flor que baila, suena y resiste. Una flor que une, que representa, que da esperanza. Y en cada flor que se pone en el cabello una bailarina, en cada falda que gira, en cada aplauso que nace del público, está el alma de este huapango: el alma de todas las flores, y en especial, de las Flores de Hidalgo.

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